Antes de comenzar a escribir sobre el tema que deseo abordar, quiero agradecer a todos mis lectores por las buenos deseos de pronta recuperación de mi madre pata-cucha (así le dice Abril, que tiene la "patita cucha"). Ya se ve un poco más tranquila, o resignada a su situación de dependencia. Ayer le llevaron unas muletas, a ver cómo le va.
Ayer me dispuse a comprar unas botellitas de tequila que prometí a mi buen amigo César quién mañana desposará a la gentil Lluvia. Anduve buscando un buen precio, de las mentadas botellas y la verdad no estaban tan caras cómo yo suponía. El otro día fui a Wal Mart y estaban en oferta, pero me resistía a tener que cargar el montón de botellas en el carrito así que le dije a Pollo si podía ir por ellas al día siguiente. Pero resulta que el muy perrito se fue a la vecina metrópolis de Cuauhtémoc por cuestiones de trabajo, así que antes de lo imaginado tuve que enfrentar la situación que yo tanto quise evitar. Llegue pues con mi carrito al mentado supermercado y me dirigí al departamento de vinos y licores. Me dispuse a poner en el carrito veinte botellitas del preciado licor diez para mi amigo, diez para un amigo de Pollo que se casa el próximo 14 de mayo). Esperaba que nadie viera mi acción pero estaba una empleada de la tienda acomodando unos productos y fue la primera mirada inquisidora que sentí en mi corta visita a la tienda. A los pocos instantes pasó una señora y también me miró con cara de susto. Mientras avanzaba a velozmente por el pasillo iba a dejando a mi paso una estela de miradas que iban desde el desconcierto hasta el reclamo, cómo diciendo Vieja borracha, con tremenda barriga y con ese vicio. o ¡El colmo de la sumisión! comprando vino para el güevón del marido. Quise pegarme un cartel que dijera "Soy madrina de peda" pero ni modo, tuve que aguantar con una actitud estoica las observaciones de la gente a mi alrededor. Por fin llegué a la caja, y me invadió un estado de alivio que sólo duró alrededor de 10 segundos porque atrás de mí se formó una señora ya mayor que al observar la cantidad de alcohol peló tremendos ojos. La banda que transporta la mercancía hasta la caja registradora se convirtió por unos instantes en la cava de algún bar citadino. La cajera no pudo disumular su sorpresa, pero para ese momento yo ya había adquirido una actitud de valemadrismo por el qué dirán, asi que saqué el dinero y pagué. Por fortuna, las bolsas disimulaban un poco el empaque de las bebidas embriagantes. El camino al carro fue más fácil amparado bajo el cobijo de la oscuridad nocturna. Lástima que no puedo ingerir alcohol si no, mañana en la boda me desquitaría de la angustia que viví durante algunos minutos. Por cierto, no sé qué ponerme. Mi cuñada quién es una artista en los menesteres de la confección de prendas (ella elaboró mi wedding gown) iba a hacerme un vestido que utilizaría para los cuatro compromisos que tengo. ¡La máquina se le descompuso! so, no me podrá terminar mi carpa, digo mi vestido. ¡Pinche máquina! no se le pudo ocurrir descomponerse cuando no tenía esta panza, ahora tendré que buscar qué fregados utilizar.
Feliz día del niño
A todos los niños, y los no tan niños. A quienes tienen niños, trabajan con niños, aman a los niños, tienen alma de niño o no conciben este mundo sin la presencia de un niño, un abrazo muy fuerte este 30 de abril. Que nunca muera en nosotros ese espíritu infantil.
3 comentarios:
Eso de ir solita a comprar alcohol o condones, como genera escándalos.
Que te diviertas mucho en la boda :)
eeeeeeh! hoy tomaste vino!!
Da gracias a Dios que no se le descompuso antes de tu boda... ahora pídele perdon a la pobre maquina.
Vengate y obliga al pollo a comprarte tampones... y mejor aun, acompañalo :D
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