miércoles, febrero 03, 2016

Recuerdos hasta para llevar.

Mi adorado Luis ¿Un recuerdo tuyo? Tengo miles.  El más reciente no es nada agradable: un mensaje al celular de esos que llegan en la madrugada y que sabes que su contenido puede ser algún pensamiento de una persona que te ama y te quiere decir algo bonito o bien, una mala noticia. 

Esa noche me acosté pidiéndole a Dios que no te llevara, pues era muy pronto para una persona tan iluminada cómo tú dejara este plano.  Me resistía a pensar que por primera vez pudiera experimentar la pérdida de un amigo; he perdido seres amados y entrañables pero a ningún miembro de esa familia a la que uno tiene la dicha de escoger.

Sin embargo, creo que Dios no escuchó mis plegarias y no me convence ese argumento que dice que él “necesitaba a alguien especial a su lado” ¿quién te puede necesitar más que tu madre, tu familia y tus amigos? Y así, en un abrir y cerrar de ojos te había perdido, había perdido a ese gran amigo a quién sólo pude disfrutar veinte años en los cuales; reímos, lloramos, me abrió su  corazón, me dio la confianza para abrirle el mío, me escuchó sin juzgarme, me platicó de sus proyectos y de sus sueños, me tuvo la confianza para para participar en algunos de ellos, entendió cuando no pude o no quise formar parte de un nuevo montaje, me hizo sentir especial y talentosa, me abrazó, me contagió con sus carcajadas, me alegraba con sus ocurrencias, creo que algunas veces lo hice reír con las mías, hizo mi vida mejor; me brindó el privilegio de su amistad.

Aun así, de que mi corazón y me mente tienen una gran cantidad de entrañables recuerdos de su presencia en mi vida, creo que todavía nos faltaban muchos años más para agregar memorias a mi equipaje de recuerdos.  Dios, la vida, el destino no lo quisieron así y no me resigno y me sigo preguntando por qué sucedió así tan de pronto.  Quedaron pendientes muchas pláticas, muchas confidencias y muchas reuniones. 

Querido Luis, te sigo extrañando igual como cuando sabía que no estábamos en la misma ciudad pero ahora con dolor algo me recuerda que ya no te podré ver más, que ya no nos iremos a desayunar para platicar o que no te veré en la “Tradicional Rejuntada” en la que esa bola de locos que somos tus amigos nos reunimos religiosamente cada 25 de diciembre para cantar y reirnos de las mismas tonterías de hace veinte años.  No pasa un día en que no me acuerde de ti y duele bastante saber que tengo que vivir únicamente con tu bello recuerdo.

Amado Friend, no sé si haya un paraíso, si haya un cielo para que cuando aquellas personas maravillosas pasen a otro plano, puedan vivir eternamente.  De lo que sí estoy completa y absolutamente segura es de que si existe, tú tienes ya un lugar privilegiado en ese sitio. 

Fregados los que nos quedamos añorando tu presencia.

Con todo mi cariño.
Tu amiga la Cebolla Superiora 



lunes, marzo 09, 2015

Comenzar a los 40.

Comenzar siempre es difícil, más si se hace a los cuarenta, porque es una edad en la que se supone que se lleva una buena parte del camino recorrido.

Siempre creí que cuando volviera a trabajar después de haberme dedicado por 9 años a mi familia, sería en aquello para lo que estudié.  Después de este tiempo de estar con mi hijos en casa he hecho intentos por retomar mi carrera, pero siempre me quedo a lo mucho en la segunda entrevista.  Seguramente los reclutadores pensarán que soy demasiado vieja o que el tiempo que he pasado en casa ha mermado mi capacidad y mis aptitudes, además de que hay muchas mujeres mucho más jóvenes que yo, con mucha mejor apariencia que podrían desempeñar el mismo puesto y quizá, con un sueldo menor.

Así las cosas, ya no he hecho la lucha al respecto.  Se han dado oportunidades con amigos o conocidos que se quedan sólo en eso, en un intento con buena intención.

El año pasado en parte por un interés espontáneo que me surgió sobre cuestiones de belleza y en parte por una depresión en la que estaba entrando, entré a un curso de peinado y maquillaje apoyada por mi marido.  Fueron algunos meses muy saturados de actividad y en algunas ocasiones pensé que no podría más, pero el hecho de pasar cada semana dos horas haciendo algo que me gustaba y me relajaba, fue mi principal motivador.  Terminé el diplomado y no es por pecar de vanidad, pero fui la alumna más destacada, si no ahí están las fotos.

Decidí dedicarme a esto de maquillar y peinar, me encanta, creo que soy buena y puede ser una fuente de ingresos pero hay algo que me inquieta: tengo miedo de empezar a mis cuarenta.  Sí, me da temor de comenzar en algo que no conozco y en un área que hay mucha competencia.  Me aterra fracasar porque no es lo mismo intentar y fallar a los 20 años, que hacerlo dos décadas después.  Y aunque suene increíble me preocupa lo que dirán de mí, que soy ridícula a mi edad y en estas ondas, que no sirvo para esto, que mejor debería seguir intentando con mi carrera.

Sin embargo, cuando todos estos pensamientos me asaltan me doy cuenta de que tengo que intentarlo, y hacerlo con todas mis fuerzas, de que debo confiar en mi instinto y en que soy capaz de hacer con éxito todo lo que emprenda, de que si dicen cosas negativas de mí yo soy la única que puede demostrar que los demás están equivocados y sobre todo, de que no tengo motivo para fracasar si tengo lo necesario para salir bien librada de este nuevo reto, sobre todo cuento con el apoyo de mi familia, mis hijos y mi esposo lo que no es poca cosa.

Así que seguiré adelante con este nuevo proyecto y espero que en algunos años cuando mire hacia atrás me dé cuenta de que tomé la decisión correcta de empezar algo nuevo a los cuarenta.

¿Será?

miércoles, noviembre 12, 2014

Para variarle un poco.

Entre tanta efervescencia, coraje, animosidad sobre los tristemente conocidos acontecimientos de los normalistas de Ayotzinapa, ya sean estas emociones auténticas de aquellos que siempre muestran su compromiso con las causas sociales, u oportunista de esos que creen que son requetebuenos ciudadanos por que publican en sus muros de facebook enlaces de Carmen Aristégui referentes a la casa de la Gaviota y el Presidente pero que igual dan mordida, tiran basura y se roban la señal del wifi del vecino, esto es una bocanada de aire fresco.

Amo a Eldeforma.com...

sábado, septiembre 13, 2014

Bitácora de viaje.

Quiero en este día tan especial hacer un pequeño ejercicio.  Voy a imaginarme que yo, soy parte de la tripulación de un barco que zarpó sin una ruta definida y sin un tiempo límite para llegar a su destino.  La única condición es buscar la manera de que el viaje sea lo más largo posible siempre y cuando, éste resulte placentero pues de lo contrario, la travesía se podrá terminar en cualquier momento buscando un puerto seguro.  Una de mis funciones es la de escribir un reporte de las incidencias que se pudieran presentar a lo largo del trayecto; dificultades, situaciones inesperadas, experiencias agradables.  Aquí dejo la bitácora de mi viaje.

Hoy, 13 de septiembre pero de hace once años, inicié un recorrido que siempre quise realizar y encontré al compañero ideal para hacerlo.  No habría un sólo capitán, ambos aportaríamos lo mejor de cada uno para lograr cumplir el propósito del viaje.  Así, nos subimos en nuestra embarcación y empezamos a navegar.  Apenas avanzábamos en nuestro camino cuando una terrible tormenta nos embistió con una furia brutal, pero nuestro barco era nuevo y ese suceso demostró que era fuerte y que no sería fácil hundirlo.  Nos probó que el acero con el que estaba construído y los remaches que lo sujetaban, eran sólidos y dificilmente destructibles.

Seguimos con nuestro andar con un mar en calma.  Algunos pequeños inconvenientes, una que otra lluvia ligera pero nada que representara un peligro para nuestra embarcación.  Un buen día, nos llegó una magnífica noticia; un nuevo miembro se uniría a la tripulación y dos años y medio después arrivó uno más.  Ambos perfectos y maravillosos.

El viaje cumplía con su cometido, era una travesía placentera y feliz sin embargo una nueva tormenta nos azotó.  De sorpresa, supimos que llegaría alguien más a unirse a nuestro equipo, pero así de repentino e inesperado como fue el aviso de su llegada, asi por alguna circunstancia se fue de nuestras vidas.  Sólo Dios sabe lo mucho que nos dolió su partida, no lo conocimos, no tuvimos el tiempo de hacerlo pero estoy segura que hubiera sido igual de valioso, importante y querido cómo lo han sido nuestros otros dos compañeros de viaje.

Contemplábamos el paisaje, nos embelesábamos con él, estábamos tan absortos en nuestro recorrido que no advertimos que más adelante nos encontraríamos con una enorme nube negra y espesa que descargó toda su ira sobre nuestra embarcación.  Un huracán, una pérdida de quien forjó con amor y delicadeza parte de la estructura de nuestro barco.  Fueron días difíciles, fue complicado superar la partida.  Aún así, a veces con pesar proseguimos con el viaje.

Hubo días nublados, otros donde tímidamente asomaba el sol por el horizonte y cuando creímos que ya había pasado lo peor,  el mar comenzó a levantar tremendas olas que estuvieron a punto de partir en mil pedazos ese navío que parecía ser tan fuerte y tan resistente que ni la peor tormenta podría hundirlo.  Un leviatán nos embistió con gran fuerza, tanta que estuvo a punto de acabar con nuestro viaje con un sólo golpe.  Todo el camino recorrido, todo lo bueno, todo lo malo, fortalezas y debilidades parecían diluírse en un océano revuelto y alborotado por una bestia con gran poder destructor, pero poco a poco el agua fue recuperando su tranquilidad para demostrarnos, una vez más que nuestra nave era sólida, resistente, fuerte.

Después de este ataque no fue fácil, algunas veces alguien quiso bajar del barco, había dudas sobre si íbamos en la dirección correcta, si juntos podríamos continuar con la travesía, si éramos los compañeros indicados para seguir en este viaje.  Aunque fue difícil, aunque a veces parecía que retrocedíamos en lugar de avanzar nos dimos cuenta de que éramos los indicados para dirigir esa nave, juntos y de la mano.

Este día quiero decir que estoy convencida de que el viaje aunque no ha sido tranquilo, ha sido maravilloso.  Que aunque no hemos navegado en todo momento con un clima perfecto, hemos contado con las condiciones necesarias para probar la fortaleza y la estabilidad de nuestra nave,  pero sobre todo,  que no pude escoger mejor compañero para emprender esta travesía que empezó hace exactamente once años y que espero,  nos lleve muchos años mas ¡FELIZ ANIVERSARIO!  Te amo con toda el alma.

Picture taken a long,  long (and a lot of pounds) ago.
 


miércoles, agosto 27, 2014

Mientras el cuerpo aguante.

Cualquier padre de familia que tenga hijos estudiando el nivel educativo que sea, sabe que por lo general, la segunda y tercera semanas de clases son utilizadas por las autoridades para saturarnos con juntas.  Sí, esas reuniones de padres de familia en dónde se elige a la mesa directiva que durante los próximos diez meses, tendrá que soportar mentadas de madre y acusaciones de desvío de recursos de algún que otro padre rijoso o en las juntas que preparan las maestras de cada grupo para dar a conocer su forma de trabajo y algunos pormenores y en las que no falta la doñita que hace la misma pregunta que la docente acaba de responder haciendo que la mencionada reunión se prolongue más tiempo del necesario.

Hoy acudí puntualmente a la segunda de tres juntas que tengo esta semana.  Mi segundo vástago ya ha dejado de ser un niño de kínder y ahora es todo un alumno de primaria.  La verdad llegué a la escuela con mucho entusiasmo porque la maestra que se hará cargo del grupo en el que está mi crío, es vieja conocida y además es realmente una GRAN profesora.  Entre los puntos que se iban a tratar en la reunión era la elección de la Representante y Tesorera del grupo.  Para ser sincera, a mí me encanta andar de mitotera siempre en todos esos bretes, pero en esta ocasión estaba dudosa por la cantidad de actividades que tengo que realizar en mi vida cotidiana, y agregar otra responsabilidad más complicaría más mi rutina.

Sin embargo, la maestra solicitó mi apoyo y la verdad yo no pude rechazar su petición ¿cómo negarse con alguien que ha demostrado compromiso, entrega y amor por su trabajo?  Supe que a mi Pollo no le iba a agradar mucho, sobre todo porque estos últimos meses han sido demasiado densos y complicados, pero pensé que me voy a echar encima este tipo de responsabilidades mientras el cuerpo aguante.

¿Por qué tanto masoquismo? No es masoquismo, simplemente que creo que estoy en el momento de hacer aquello que desee y pueda, aquello que traiga un beneficio o una satisfacción para los seres que yo amo y por eso puedo decir que...

Mientras el cuerpo aguante, voy a seguir levantándome cada mañana aunque física, emocional y mentalmente no quiera hacerlo, aunque mis ánimos anden por el suelo, aunque no pueda acabar con la fuente de mi pena y mi angustia, aunque trate de poner una buena cara al mal tiempo y este, me golpee de frente en las narices.

Voy a preparar el desayuno cómo cada mañana, con el mismo amor y empeño con el que lo he hecho desde que empecé a trabajar con mi familia.  Voy a llamar a mis hijos una, dos, tres ¡diez veces! para que se levanten a bañar hasta que me hagan caso.  Voy a despedir a mi amadísimo esposo con un beso y un "¡Qué guapo te ves!" porque después de casi once años de casados, me sigue pareciendo hermoso.  Voy a bendecir a mis hijos, darles un beso y decirles que los amo y sentirme orgullosa de ver cuánto han crecido mientras cruzan la puerta con sus pesadas mochilas en la espalda.

Voy a hacer ejercicio, porque sé que es la mejor manera de sentirme bien, porque me ayuda a luchar contra la hipertensión, contra la depresión y contra los kilos de más, aunque a veces, el combate no sea de igual a igual.  Voy a disfrutar de cada baño, de las gotas de agua caliente cayendo sobre mi cabeza, del aroma del shampoo, de la espuma del jabón, de repasar mi agenda del día mientras me tallo el cuerpo.

Voy a escoger mi ropa más bonita aunque al ponérmela me de cuenta que muchas veces se ve mejor colgada que en mi humanidad, aunque termine dejando lo que había escogido porque no me gusta la imagen que me devuelve el espejo, aunque elija volver a usar el pantalón y la blusa que ya había utilizado la semana anterior porque cubren todos mis defectos.

Voy a peinarme y a maquillarme simplemente porque me encanta hacerlo, porque disfruto moldear lo único que no me disgusta de mi persona: la cabellera y porque me encantan las posibilidades de mezclar diferentes colores en mi rostro, y aún con un calor que me garantiza que a la media hora, la mitad de mi maquillaje caerá en gotas de espeso sudor, voy a seguir haciéndolo porque es una actividad que me calma y me relaja.

Voy a ir por mi hermano para llevarlo a su terapia, para traerlo a mi casa o simplemente, para estar con él.  Para tratar de dibujar una sonrisa en su rostro, para ayudarlo a cargar su pena, para buscar una solución, para tratar de encontrar un alternativa, para ilusionarme con su recuperación, para mirar a través del verde de sus ojos, para tratar de adivinar sus pensamientos, para que sepa que estoy ahí y sobre todo, que lo amo.

Voy a limpiar mi casa, voy a sentarme a contemplar mi obra, voy a cerrar los ojos y percibir el aroma a limpio.  Voy a lavar, a doblar ropa, a planchar, a sacar de la lavadora la misma playera de fútbol que utilizó mi hijo la semana pasada, la antepasada y hace más de quince días porque es su favorita.

Voy a ayudar a mis dos cachorros en sus tareas, a responder sus dudas, a recortar una palabra, a investigar un término, a volver a repasar ese tema que en mis épocas de estudiante no entendí por más que lo intenté y que ahora, me vuelve a dar dolores de cabeza.  Voy a leer un cuento por las noches, a acariciar la frente de mis hijos y a bendecir sus sueños.

Voy a acostarme al lado del amor de mi vida, a compartir una plática con él, a quitarme el día de encima y aunque el cansancio sea mucho, voy a hacer el amor con él cómo si fuera la última vez porque son pocos los momentos que tenemos el uno para el otro y esos instantes, son sólo nuestros.

Voy a correr, a ajetrearme, a enojarme porque el tiempo no me alcanza, a ir de un lado a otro, a decir que estoy cansada, a disfrutar de mi novela, a compartir un cafecito con mis amigas, a platicar y llorar con mis hermanas, a darme cuenta de la falta que me hacen mis padres, a volver a la escuela aunque sea a aprender a maquillar y peinar.  Voy a seguir intentando ser feliz, a seguir amando, a ver a mis hijos crecer.  Voy a reír, a acostarme, a soñar aunque sea despierta, a planear, a imaginar, a pensar en mis errores.

Voy a hacer todo lo que pueda mientras el cuerpo aguante, porque llegará el día en que el cuerpo ya no aguante más y entonces, entonces estaré satisfecha con los recuerdos.

P.D. Jajajajaja, inolvidable esta escena de la película "¿Qué te ha dado esa mujer?"  Algo así es mi vida en este momento.

jueves, agosto 21, 2014

Memoria olfativa.

Cuando estudiaba la carrera en una facultad que se caracterizaba, en ese entonces, por contar con una plantilla de docentes "multitask", llevé la materia de Psicología con tres maestras diferentes en el mismo semestre.

La primera de ellas era una filósofa que estaba un poco loca y que dejó la chamba aventada cómo chacha por irse a estudiar un posgrado a Francia, lo que en ese entonces me molestó mucho, pero ahora que lo veo en retrospectiva pienso que si hubiera estado en su lugar y hubiera tenido que elegir entre atender a un montón de jóvenes apáticos y disfuncionales (aún así, éramos rete simpáticos) o continuar mi preparación en uno de los países del primer mundo y con algunas de las mejores opciones académicas, hubiera hecho exactamente lo mismo.

La segunda maestra tomó el "relevo" y creo que no duró ni un mes porque no soportó nuestra peculiar dinámica grupal por las características citadas con anterioridad.  Curiosamente, ella sí era Psicóloga y aún así, no tuvo nada de aguante ¡Uy! ¡qué delicada!

Por último llegó la definitiva, una maestra que era algo así cómo el "bateador emergente" de nuestra escuela.  Lo mismo daba clases de Estética que de Sociología, aunque nunca supe cuál era su profesión.  Al respecto un buen amigo bromeaba diciendo que un día iba a llegar al inicio del ciclo escolar expresando: "Pues yo no se nada de Física Cuántica, pero juntos vamos a aprender".  Ella fue la única que nos soportó y de alguna u otra forma, nos impartió los conocimientos en materia de psicología.

Uno de los temas que se tocaron en esta asignatura fue el de la memoria, y el texto que utilizamos en el curso hacía mención de que nuestros recuerdos están relacionados con los cinco sentidos que tenemos los seres humanos.  Uno de los tipos de memoria que puede llevarnos a volver a sentir de manera vívida alguna experiencia, es la olfativa.

Y ¿a poco no? cuando percibimos cierto aroma recordamos perfectamente; aquella panadería a la que nos mandaban por la cena cuando éramos niños, la loción que utilizaba papá, la comida que preparaba mamá, el incienso de la capilla escolar, los libros de texto nuevos.

Hoy tuve cómo cada año una "regresión" a mi infancia.  Mis hijos recibieron los libros que entrega el gobierno para la educación primaria e increiblemente, confieso que desde que mi "huesito" entró a primer grado espero con ansias la entrega de libros de texto y a partir de este año y durante los próximos tres, lo haré por partida doble.

Me fascina hojearlos, mirar sus dibujos, leer algunos párrafos, analizar los contenidos que van a repasar a lo largo del curso, sentir sus páginas, mirar sus portadas y sobre todo olerlos.

Este día tuve nuevamente la oportunidad de tomarme diez minutos en el remolino de obligaciones que es mi vida para echar un vistazo a los nuevos libros de mis hijos.  Las portadas son tan diferentes y no se diga su contenido y sus ilustraciones amén de que antes sólo llevábamos cinco ejemplares y ahora ya hasta perdí la cuenta.  No son iguales a los que yo utilizaba cuando era niña.  Pero su aroma, ese olor a papel y tinta que no tiene ningún otro libro, ese permanece.

Así, mientras abría las primeras páginas del libro de Historia de cuarto grado me remonté a mi infancia, a las escuelas que me recibieron para abrir mi pensamiento.  Recordé mi mochila Samsonite roja con negro que parecía más bien una maleta.  En esa época cuál ergonomía y a mi tierna edad tenía que cargar sendo mochilón para subir y bajar las escaleras que llevaban a mi salón, aunque a la hora de la salída muchos optábamos por dejarlas caer desde el primer piso hasta la planta baja, en el mejor de los casos, deslizándolas por la escalera; eso hasta que mi mamá me sorprendió llevando a cabo esta práctica y me prohibió TERMINANTEMENTE volverlo a hacer.

También me acordé del oscuro salón de segundo grado y de su titular, una religiosa que distaba mucho de la imagen de monja amorosa y piadosa ¡no hombre! era bastante cabrona.  Cada viernes nos encargaba de tarea escribir el Himno Nacional Mexicano que revisaba invariablemente al siguiente día hábil.  Mi madre santa y bella tuvo a bien en hacerme escribir TOOOOODO el himno con sus diez estrofas y el coro, si incluído aquello que no se canta cómo lo de:

¡Guerra, guerra sin tregua al que intente
de la patria manchar los blasones!
¡Guerra, guerra! Los patrios pendones
en las olas de sangre empapad.


Por cierto, al siguiente lunes la maestra le dijo que no era necesario que transcribiera todo el himno, sólo aquellas estrofas que se cantan en las ceremonias cívicas y el coro.

Cómo olvidar también el colegio de monjas; las misas cada viernes primero, los rosarios vivientes, el enorme patio, los salones perfectamente ordenados, las manualidades que hacíamos para el día de las madres y del padre, los festivales tan coloridos que organizaba la escuela, las tortas de frijoles con chilito curtido y queso desmoronado que eran simplemente DELICIOSAS, las maestras Esperanza y Maggi, el olor del diesel de los camiones del transporte que anunciaban que la hora de salida estaba cercana.

Y también recuerdo con cariño, la humilde escuelita que me dio acogida recién llegada del D.F. y en dónde entendí que fuera de mi terruño, ser chilango era peor que ser delicuente, al menos en esa época pero que a cambio me brindó la oportunidad de conocer a  dos de las mejores maestras que he tenido en mi trayectoria escolar.

¡Qué increíble! tantas memorias con sólo hojear unas cuantas páginas de un libro, no cabe duda que "Recordar es volver a vivir" o mejor dicho "Olfatear es regresar el tiempo, justo ahí".







P.D. Me tomé el atrevimiento de tomar esta imagen de un blog que está chidísimo, recomendable leerlo para recordar la infancia en la escuela.


lunes, julio 28, 2014

En el cuarto piso.

Pues llegué a los cuarenta y aunque dicen, dicen que los cuarenta son los nuevos treinta en realidad pienso que quíen acuñó esta frase, de plano sufría alguna especie de desorden metabólico o genético que le impedía crecer.

Me dispuse a buscar fotos que ilustraran este post.  Gogleé "mujeres de cuarenta" y esto fue lo que salió.




 Pues no, nada que ver conmigo.  Pero bueno, mi estilo de vida es muy diferente al de Halle Berry o Catherine Zeta Jones, o las otras dos mujeres que definitivamente son modelos.  Así que me dispuse a buscar: mujeres de cuarenta reales.  Y el resultado fue el siguiente:




No pues si ese es el modelo de "cuarentona real", entonces soy de un planeta diferente.  Y puede ser cierto, la mayoría de mis amigas sí encajan en algún patron de estos por lo que, luego entonces yo soy la rara o el fenómeno.

Y es que aunque nunca me ha importado la edad, pues cada una de las etapas de mi vida las he vivido plenamente y he aprendido de los errores que he cometido, de los aciertos que he tenido, de las experiencias positivas y de los descalabros, la serie de vivencias por las que he pasado en los últimos dos años me hicieron replantearme la forma en la que me he conducido todo este tiempo y de las expectativas que tenía sobre mi existencia.

Quería llegar de otra manera a mis primeras cuatro décadas, un poco menos lastimera por así decirlo.  Aunque suene superficial (cosa que yo no soy) deseaba llegar a los cuarenta sin esta panza tan espantosa que me cuelga por delante.  Si bien es producto de haber traido vida y tener la bendición de dos hijos a los que amo, no me siento feliz por tener esta especie de mandil de carne aguado, celulítico, estríado y sobre todo, prominente.  Muchas personas me han criticado, regañado o incluso se han enojado conmigo porque no tengo el menor recato en manifestar la repulsión que tengo por esta barrigota.  Yo sólo quisiera saber si ellos o ellas todas las mañanas tienen que verse al espejo y observar algo tan espantoso, algo que no cabe en su ropa y que fuera de ella se vería fatal.  Esconderla, aplastarla o moldearla es una tarea titánica que resulta imposible mostrando una imagen de mí que me desagrada por completo.  Dicen que debo aceptarme tal cual soy, pero eso es fácil decirlo para quien tiene una apariencia agradable, me encantaría que estuvieran en mis zapatos o mejor dicho, en mi panza un día, un solo día a ver si cómo roncan duermen.

También, me hubiera encantado llegar con una actividad remunerada, propia o a través de un empleo, algo que me diera seguridad para poder cubrir mis necesidades sin presión o sin angustia, pero sabemos que la mayoría de las oportunidades se le dan a mujeres jóvenes de buen ver y  volvemos al punto anterior, ni joven y mucho menos de buen ver.  Y ¿a dónde se van mi capacidad, experiencia, aptitudes, habilidades y todo lo que soy en un mundo en el que eso vale un pepino porque se venera la juventud y la belleza? Si alguien sabe en qué los puedo utilizar, que me lo diga.

Y por último, para finalizar con esta breve lista, emocionalmente no estoy en mi mejor momento.  Me han pasado muchas cosas en estos últimos meses; la muerte de mi mamá, los problemas de pareja, la enfermedad de mi hermano, no han abonado en absoluto a mi bienestar y me han hecho pasar la que por mucho es la peor etapa de mi vida en este aspecto.  Tengo días buenos y malos, y a veces veo este lapso cómo un período gris y desolado. He llegado a pensar que esto no tiene para cuando terminar pero trato de ponerle corazón y entusiasmo a mi vida porque si no, se que todo se va a ir para el carajo.

Sin embargo y a pesar de esta lista de "quejas amargas", mis cuarenta también me han dado muchas razones para sentirme feliz.  El amor de las personas que me rodean, desde mi círculo más íntimo: mi adorado esposo y mis amados hijos, pasando por mis hermanos, mis sobrinos, mis parientes de lejos, la familia política que es para mí simplemente mi familia, hasta mis amigos: aquellos con los que convivo con mayor frecuencia por formar parte de mi rutina o esos con los que puse distancia de manera involuntaria pero que me demostraron que aún soy parte de su vida y que me tienen en sus afectos.  Todos y cada uno de ellos son plena y absolutamente correspondidos y con sus muestras de amor me dan fuerzas para seguir adelante, para valorar lo maravillosa que es mi vida independientemente de los aspectos que me pudieran resultar molestos o incluso, insoportables.

Trataré de que todo lo que amarga mi existencia me incomode cada día menos, sobre todo aquellas cosas que por lo pronto no puedo cambiar.  Sé que es cuestión de actitud y a pesar de que no me siento cómoda voy a tratar de modificar mi percepción de la realidad y ver las cosas con otra óptica.

Estoy en el cuarto piso de mi vida y aunque de entrada, no me guste lo que veo aquí, con optimismo poco a poco puede que me adapte y hasta incluso, le agarre cariño a lo que suceda en esta etapa.  Después de todo, de eso se trata la vida, de tomarle el gusto a lo bueno y a lo malo ¡ah, pero eso sí! en cuanto tenga dinero, me opero para quitarme esta pinche panzota que repudio con todas mis fuerzas, espero que pueda algún día.