¡Ah! yo no pensaba que esto fuera tan difícil, que fuera un proceso con tantos altibajos. Lo que recuerdo de las pérdidas de cualquier tipo que he tenido a lo largo de mi vida, es que primero duelen y duelen mucho, y conforme va pasando el tiempo duelen cada vez menos hasta que sólo quedan los recuerdos y un poco de tristeza.
Alguien me dijo cuando recién pasó lo de mi mamá, que tendría días buenos, días malos, días mejores y días peores. Hoy es uno de esos días, en el que tomo conciencia de que ya no voy a volver a ver sus ojos verdes, ni su naricita respingada, sus labios gruesos pero bien definidos, ni sus chinos aunque me dejó unos pocos en la cabeza de mi hijo Gael.
Siento algo así cómo un peso en mis hombros, además del peso que suelo cargar y que no es poco; un sueño tremendo y ganas de hacer nada, además de un profundo deseo de llorar.
Sólo se me agolpan los recuerdos en enormes cantidades, y mientras más recuerdo más tristeza me da. Al menos, las carcajadas de mis hijos me levantan del sopor y quisiera que mi Polluelo estuviera a mi lado todo el tiempo para sentir un poco menos mi pena.
Me acuerdo con frecuencia de cuando mi borreguita me contaba que cuando su madre murió aquí en Chihuahua, nosotros vivíamos en el Distrito Federal y ella por varios motivos, entre ellos la falta de dinero y la obligación de cuidar a ocho hijos de diferentes edades, yo una bebé de escasos meses, no pudo venir al funeral de mi abuelita. Sus hermosos ojos se llenaban de agua cuando me platicaba que la tarde en que sepultaron a su mamá, cayó tremenda tempestad de esas que suelen caer en la capital de la república. Ella estaba lavando, a mano cómo era su costumbre y mientras veía la lluvia caer ella pensaba "en este momento te están sepultando".
No puedo dimensionar exactamente la grandeza de su dolor al no poder estar en ese momento con la mujer que le dio la vida, aunado a la pena de saber que ya nunca la volvería a ver. No comprendo de dónde sacó fuerzas para superar su tristeza, si para mi no ha sido complicado, sino lo que le sigue imagino que para ella fue también muy duro, pero mi mamá era tan entera, tan fuerte... aunque ella decía que era cobarde tenía corazón de azúcar pero alma de hierro.
Cuando me quedo sola por las mañanas me pongo a platicar con ella y le pido que me de sólo un poquito de la fortaleza que ella tenía y que siempre le permitió superar los momentos difíciles. A veces me recuerda a aquella escena de "El Rey León", una película que tiene muchos simbolismos para mi vida. Cuando Mufasa regaña a Simba porque se salió de las tierras del reino y que van de regreso a casa, el pequeño león pisa la huella dejada por su padre y se da cuenta que le queda muy grande. Así estoy yo con el recuerdo de mi mamá, esta prueba para mí ha sido tan difícil y yo veía que ella siempre sorteaba las situaciones adversas con cierta facilidad y hasta con gracia. Me falta mucho para ser cómo ella.
Quiero pedirle a Dios y a mi mamá que me den fortaleza para superar la partida de uno de mis seres más amados, se que mi vida tiene que volver a la normalidad pero... ¿cómo lograrlo si perdí la mitad de mi patrimonio emocional en menos de una semana? Se que algún día ya no me entristecerá tanto o al menos, Dios y mi madre me habrán ayudado a manejar mi duelo de una mejor manera. Mamita, te extraño mucho.
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