viernes, octubre 25, 2013
De brujas, viajes y recuerdos.
Recuerdo esa bonita tarde del mes de septiembre de 2003. Conocí uno de los destinos que siempre quise visitar y Dios me concedió recorrer Xcaret al lado del amor de mi vida y mi flamante esposo, estrenando ese título. El paseo resultó un poco cansado: caminas, nadas, subes, bajas en terrenos o sitios nada fáciles y hasta un poco agrestes, y es precisamente eso, lo que lo hace a este destino tan bello y tan mágico. Mi luna de miel fue por decir lo menos, MARAVILLOSA. Me atrevo a decir que quien ha tenido la fortuna de conocer Cancún y la zona del hermoso caribe mexicano, queda prendado perdidamente del lugar, y quién no lo hace, seguramente es un "enamorado de clóset". Yo me confieso abiertamente como una profunda admiradora de todos los sitios que visité en ese viaje y de Xcaret en especial porque me cautivó una pieza musical de nuestro folklor cuya belleza no había apreciado con anterioridad. Sería el ambiente rústico, sería que era mi primer viaje en muchos años, quizá décadas. Sería que me encontraba más sensible porque estaba al lado de mi Pollo conociendo este lugar mágico. Lo único que puedo decir es que aquella tarde cuando me encontraba comiendo en el restaurante, el conjunto jarocho que amenizaba el momento comenzó a tocar "La bruja" y una cálida sensación recorrió mi, en ese entonces delgado y delicado cuerpo, para luego dar paso a la "piel de gallina" que a partir de ese instante vuelve a aparecer cada vez que escucho esta canción. Tiempo después, supe que a mi madre también le gustaba mucho el son de "La bruja" y algunos años después cuando estábamos en la celebración del bautizo de mi amado Chuy mi cachorro mayor, mi hermana y comadre contrató un conjunto jarocho para agradarnos la velada y mi mamá pidió que interpretaran esa pieza. Cuando escuché los primeros e inconfundibles acordes, no pude ocultar mi emoción y mi madre me dijo "para tí, con todo mi amor". Hoy, mi mamá ya no está a mi lado físicamente pero se que me ve, me escucha y me apoya en el plano en el que ella se encuentra. No puedo evitar las lágrimas y como dije, la "piel chinita" cuando oigo esta canción. Esas lágrimas son por todo lo que "La bruja" representa para mí. Si en mis manos tuviera el poder de hacer un video musical de mis recuerdos de ese viaje a Cancún y de mi vida: el dormir abrazada con mi Pollo, el espectáculo mexicano en Xcaret que me hizo sentir orgullosa de mi país, el maravillarme y sorprenderme de la belleza y riqueza de nuestro México, el asombrarme de que se puede amar cada día más a una persona de la que ya estaba enamorada, el disfrutar del atardecer sientiendo la calidez del aire en el rostro, el sentirme cautivada por cada rincón, lugar y persona que visité, de las pláticas con mi madre, de aquella mañana que estuve con ella en el hospital, del último adiós; sin duda podría musicalizar ese video con la canción de "La bruja". De hecho, en mi más reciente visita a Cancún cuando el avión ya iba llegando al destino y en el horizonte se podía ver la zona hotelera, cerré mis ojos y en mi mente comenzaron a fluír los recuerdos y en mis oídos, increíblemente, el sonido de este hermoso son. No en vano, me solté llorando cómo una niña chiquita porque después de casi 10 años, regresaba a este bello lugar acompañada de dos seres que son el motor y la razón de mi vida junto con mi Pollo. Hoy me puse a escucharla, justo hoy que se cumplen 12 meses de que casi pierdo uno de los mayores tesoros de mi vida, todo por mi vanidad y egoísmo, pero esa... es otra historia, cómo dijo la sabia Nana Chonita. Cuando la escuchaba, mi mente y sobre todo, mi alma se colmó de memorias, de Cancún, del amor y de mi madre y no pude evitar el llanto. Pero un llanto de emoción, de una mezcla de sensaciones que sólo yo puedo entender. ¡Ay! qué bonito es volar...
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