miércoles, mayo 07, 2014

Nostalgias.

Y no de escuchar su risa loca, y sentir junto a mi boca cómo un fuego su respiración.  De hecho esa clase de nostalgia creo que jamás la he sentido.

Estos últimos días he extrañado un montón de cosas que ya no están en mi vida.  Algunas de ellas tengo la plena seguridad que ya no volverán y me es más fácil acostumbrarme o mejor dicho, aprender a vivir sin ellas.  Pero hay otras que me tienen con la incertidumbre de si en algún momento formarán parte de mi existencia otra vez y eso, la pinche incertidumbre es lo peor que hay en la vida.

Y es que eso de no saber qué es lo que va a ocurrir es horrible.  El no lo se, tal vez, a lo mejor, puede ser, es un madrazo al estómago, así, seco e inesperado.

Y ¿qué extraño?  Pues tantas cosas que de repente se me olvidan.  Puedo empezar diciendo que extraño mi vida, lo que solía ser.  Mi rutina que amaba y que aún amo pero que a veces siento que todo lo que me rodea, me impide disfrutarla al igual que lo hacía hace tiempo.

Extraño los desayunitos con mis amigas, improvisados o no.  De nuestra terapia acompañada de un café, un burrito, un sandwich o aquello que la anfitriona en turno ofreciera o mejor dicho, tuviera en su refri o su alacena.

Extraño el teatro, la música, el escenario.  Extraño los ensayos y conformar un proyecto desde lo más básico, ver cristalizada una idea, un libreto y formar parte de ello.  Extraño esa angustia "sabrosa" que iba creciendo conforme se daban las llamadas y que culminaba una vez pisada la duela.  Ahí valían la pena los desvelos, los sacrificios y las penas.  Era magia pura.

Extraño vivir sin angustia, sin temor, sin penas.  No que mi vida fuera perfecta, tenía problemas de esos cotidianos y que forman el día a día.  Los hijos, los "issues" por cuestiones económicas que esos ahí estarán siempre pero, antes los veía en su justa dimensión.

Extraño el hecho de saber que mis seres amados tenían su vida, claro con los conflictos propios de la cotidianidad pero con salud y proyectos y sobre todo, con los deseos de salir adelante.

Extraño mi chispa, mi alegría, mis ocurrencias, mis ganas de reír y de hacer reír a los demás.  Extraño lo que era, ya no soy ni la sombra de lo que solía ser.  Extraño sentirme valiosa, importante y necesaria.  De sentirme capaz de tomar una decisión, de ver el lado positivo de las cosas, de querer abrir los ojos por la mañana, de desear salir con mi amigos.  De ser y vivir plena.  Extraño no darle mil vueltas en la cabeza al mismo pensamiento.  Extraño acostarme a ver la televisión, despreocupada y a gusto.

Extraño amar sin miedo, sin dolor y sin temor.  De tener la certidumbre de caminar en la misma dirección,   De conocer sus pensamientos y sus sentimientos.  Extraño sentirme capaz de hacer feliz a quién amo con toda mi humanidad, de tener la certeza de que soy capaz despertar el amor en ese ser maravilloso que me ha dado múltiples razones para creer, dos de ellas caminan, hablan,juegan, corren, y hacen que quiera vivir cada día y llegar a vieja.

Extraño la libertad, ir y venir sin miedo.  Extraño poder expresar lo que siento, llorar sin molestar a alguien.  Extraño vivir sin esta maldita culpa, extraño vivir sin ese error que me persigue y que no se si algún día me lo podré perdonar.  Extraño TODO lo que solía ser, y si no me bastara con todo esto, extraño a mi mamá.

Extraño su palabra amable, su consejo sabio, su amada presencia, su paz, su mirada,  su risa, su llamada matutina, su compañía, su halago, su fortaleza que era en gran medida, parte de la mía.

Pero ella ya no va a estar al mi lado nunca más, al menos en el plano físico y por ello tengo que aprender a vivir con su ausencia.  Pero lo otro, eso no se si algún día estará presente de nuevo en mi vida, sólo Dios, el destino, el cosmos o lo que sea, saben lo que me depara.

Mientras tanto, sigo con esa nostalgia clavada en el pecho y que puedo sacar cuando estoy sola.



No hay comentarios.: