miércoles, febrero 03, 2016

Recuerdos hasta para llevar.

Mi adorado Luis ¿Un recuerdo tuyo? Tengo miles.  El más reciente no es nada agradable: un mensaje al celular de esos que llegan en la madrugada y que sabes que su contenido puede ser algún pensamiento de una persona que te ama y te quiere decir algo bonito o bien, una mala noticia. 

Esa noche me acosté pidiéndole a Dios que no te llevara, pues era muy pronto para una persona tan iluminada cómo tú dejara este plano.  Me resistía a pensar que por primera vez pudiera experimentar la pérdida de un amigo; he perdido seres amados y entrañables pero a ningún miembro de esa familia a la que uno tiene la dicha de escoger.

Sin embargo, creo que Dios no escuchó mis plegarias y no me convence ese argumento que dice que él “necesitaba a alguien especial a su lado” ¿quién te puede necesitar más que tu madre, tu familia y tus amigos? Y así, en un abrir y cerrar de ojos te había perdido, había perdido a ese gran amigo a quién sólo pude disfrutar veinte años en los cuales; reímos, lloramos, me abrió su  corazón, me dio la confianza para abrirle el mío, me escuchó sin juzgarme, me platicó de sus proyectos y de sus sueños, me tuvo la confianza para para participar en algunos de ellos, entendió cuando no pude o no quise formar parte de un nuevo montaje, me hizo sentir especial y talentosa, me abrazó, me contagió con sus carcajadas, me alegraba con sus ocurrencias, creo que algunas veces lo hice reír con las mías, hizo mi vida mejor; me brindó el privilegio de su amistad.

Aun así, de que mi corazón y me mente tienen una gran cantidad de entrañables recuerdos de su presencia en mi vida, creo que todavía nos faltaban muchos años más para agregar memorias a mi equipaje de recuerdos.  Dios, la vida, el destino no lo quisieron así y no me resigno y me sigo preguntando por qué sucedió así tan de pronto.  Quedaron pendientes muchas pláticas, muchas confidencias y muchas reuniones. 

Querido Luis, te sigo extrañando igual como cuando sabía que no estábamos en la misma ciudad pero ahora con dolor algo me recuerda que ya no te podré ver más, que ya no nos iremos a desayunar para platicar o que no te veré en la “Tradicional Rejuntada” en la que esa bola de locos que somos tus amigos nos reunimos religiosamente cada 25 de diciembre para cantar y reirnos de las mismas tonterías de hace veinte años.  No pasa un día en que no me acuerde de ti y duele bastante saber que tengo que vivir únicamente con tu bello recuerdo.

Amado Friend, no sé si haya un paraíso, si haya un cielo para que cuando aquellas personas maravillosas pasen a otro plano, puedan vivir eternamente.  De lo que sí estoy completa y absolutamente segura es de que si existe, tú tienes ya un lugar privilegiado en ese sitio. 

Fregados los que nos quedamos añorando tu presencia.

Con todo mi cariño.
Tu amiga la Cebolla Superiora 



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