Mi adorado Luis ¿Un recuerdo tuyo? Tengo miles. El más reciente no es nada agradable: un
mensaje al celular de esos que llegan en la madrugada y que sabes que su
contenido puede ser algún pensamiento de una persona que te ama y te quiere
decir algo bonito o bien, una mala noticia.
Esa noche me acosté pidiéndole a Dios que no te llevara, pues
era muy pronto para una persona tan iluminada cómo tú dejara este plano. Me resistía a pensar que por primera vez
pudiera experimentar la pérdida de un amigo; he perdido seres amados y
entrañables pero a ningún miembro de esa familia a la que uno tiene la dicha de
escoger.
Sin embargo, creo que Dios no escuchó mis plegarias y no me
convence ese argumento que dice que él “necesitaba a alguien especial a su lado”
¿quién te puede necesitar más que tu madre, tu familia y tus amigos? Y así, en
un abrir y cerrar de ojos te había perdido, había perdido a ese gran amigo a
quién sólo pude disfrutar veinte años en los cuales; reímos, lloramos, me abrió
su corazón, me dio la confianza para
abrirle el mío, me escuchó sin juzgarme, me platicó de sus proyectos y de sus sueños,
me tuvo la confianza para para participar en algunos de ellos, entendió cuando
no pude o no quise formar parte de un nuevo montaje, me hizo sentir especial y
talentosa, me abrazó, me contagió con sus carcajadas, me alegraba con sus
ocurrencias, creo que algunas veces lo hice reír con las mías, hizo mi vida mejor; me brindó el
privilegio de su amistad.
Aun así, de que mi corazón y me mente tienen una gran
cantidad de entrañables recuerdos de su presencia en mi vida, creo que todavía
nos faltaban muchos años más para agregar memorias a mi equipaje de recuerdos. Dios, la vida, el destino no lo quisieron así
y no me resigno y me sigo preguntando por qué sucedió así tan de pronto. Quedaron pendientes muchas
pláticas, muchas confidencias y muchas reuniones.
Querido Luis, te sigo extrañando igual como cuando sabía que
no estábamos en la misma ciudad pero ahora con dolor algo me recuerda que ya no
te podré ver más, que ya no nos iremos a desayunar para platicar o que no te
veré en la “Tradicional Rejuntada” en la que esa bola de locos que somos tus amigos nos reunimos
religiosamente cada 25 de diciembre para cantar y reirnos de las mismas
tonterías de hace veinte años. No pasa un
día en que no me acuerde de ti y duele bastante saber que tengo que vivir únicamente con
tu bello recuerdo.
Amado Friend, no sé si haya un paraíso, si haya un cielo
para que cuando aquellas personas maravillosas pasen a otro plano, puedan vivir
eternamente. De lo que sí estoy completa
y absolutamente segura es de que si existe, tú tienes ya un lugar privilegiado
en ese sitio.
Fregados los que nos quedamos añorando tu presencia.
Con todo mi cariño.
Tu amiga la Cebolla Superiora
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