lunes, marzo 09, 2015

Comenzar a los 40.

Comenzar siempre es difícil, más si se hace a los cuarenta, porque es una edad en la que se supone que se lleva una buena parte del camino recorrido.

Siempre creí que cuando volviera a trabajar después de haberme dedicado por 9 años a mi familia, sería en aquello para lo que estudié.  Después de este tiempo de estar con mi hijos en casa he hecho intentos por retomar mi carrera, pero siempre me quedo a lo mucho en la segunda entrevista.  Seguramente los reclutadores pensarán que soy demasiado vieja o que el tiempo que he pasado en casa ha mermado mi capacidad y mis aptitudes, además de que hay muchas mujeres mucho más jóvenes que yo, con mucha mejor apariencia que podrían desempeñar el mismo puesto y quizá, con un sueldo menor.

Así las cosas, ya no he hecho la lucha al respecto.  Se han dado oportunidades con amigos o conocidos que se quedan sólo en eso, en un intento con buena intención.

El año pasado en parte por un interés espontáneo que me surgió sobre cuestiones de belleza y en parte por una depresión en la que estaba entrando, entré a un curso de peinado y maquillaje apoyada por mi marido.  Fueron algunos meses muy saturados de actividad y en algunas ocasiones pensé que no podría más, pero el hecho de pasar cada semana dos horas haciendo algo que me gustaba y me relajaba, fue mi principal motivador.  Terminé el diplomado y no es por pecar de vanidad, pero fui la alumna más destacada, si no ahí están las fotos.

Decidí dedicarme a esto de maquillar y peinar, me encanta, creo que soy buena y puede ser una fuente de ingresos pero hay algo que me inquieta: tengo miedo de empezar a mis cuarenta.  Sí, me da temor de comenzar en algo que no conozco y en un área que hay mucha competencia.  Me aterra fracasar porque no es lo mismo intentar y fallar a los 20 años, que hacerlo dos décadas después.  Y aunque suene increíble me preocupa lo que dirán de mí, que soy ridícula a mi edad y en estas ondas, que no sirvo para esto, que mejor debería seguir intentando con mi carrera.

Sin embargo, cuando todos estos pensamientos me asaltan me doy cuenta de que tengo que intentarlo, y hacerlo con todas mis fuerzas, de que debo confiar en mi instinto y en que soy capaz de hacer con éxito todo lo que emprenda, de que si dicen cosas negativas de mí yo soy la única que puede demostrar que los demás están equivocados y sobre todo, de que no tengo motivo para fracasar si tengo lo necesario para salir bien librada de este nuevo reto, sobre todo cuento con el apoyo de mi familia, mis hijos y mi esposo lo que no es poca cosa.

Así que seguiré adelante con este nuevo proyecto y espero que en algunos años cuando mire hacia atrás me dé cuenta de que tomé la decisión correcta de empezar algo nuevo a los cuarenta.

¿Será?

1 comentario:

Ministry of Silly Walks dijo...

El chiste es comenzar. Después de eso, ya viste, se abren las opciones.
Felicidades, Ana!