Una llamada de mi amigo el Muñeco, diciéndome que el próximo fin de semana habrá un encuentro de egresados de mi carrera me hace recordar con cariño mis épocas de estudiante universitaria. Eramos un grupo bastante peculiar. En muchas escuelas de educación superior, es raro que curses la carrera con los mismos compañeros de principio a fin. Pues en mi caso, la escuela era tan chafa que tuve los mismos compañeritos desde el primero hasta el noveno semestre, claro hubo quienes se salieron de la facultad en algún momento del camino pues se dieron cuenta de que sería más fácil colocarse en el mercado laboral estudiando en alguna escuela técnica de electrónica que nuestra carrera. O bien, aquellos que por reprobar una o más materias, se veían obligados a tomar clases con alumnos de semestres inferiores.
Sin embargo, cabe destacar que fuimos un grupo bastante peculiar. Además, mi generación fue la primera en la corta historia de la carrera en que por la gran demanda, se tuvo que dividir en dos grupos. Me supongo que fuimos una especie de experimento científico, ya que en el primer grupo reunieron a las personalidades más bizarras, sarcásticas y apáticas mientras que en el segundo, juntaron a los seres más ñoños, fresones y bobos. Obvia decir, que yo estaba en el primer grupo, jeje! Pues bien, ahí tuve oportunidad de conocer a mi mejor amigo, el César quién hace pocas semanas por fín sentó cabeza y se casó. También, conocí a otra de mis mejores amigas La Beba, gracias a quién pude conocer a otras grandes amistades y descubrir el gusto por el teatro musical.
Para no hacerles el cuento largo, déjenme platicarles que mientras fuimos avanzando fue creciendo una especie de rivalidad entre ambos grupos por nuestras personalidades tan diferentes. En general nos caíamos mal, había honrosas excepciones de compañeros del otro grupo que eran buena onda cómo el Chencho, mmmmm, el Chenco y ¡ah! y también el Chencho. (La verdad, es del único buena onda que me acuerdo). El resto eran un poco presumiditos y luciditos. Pronto comenzamos a reconocerlos por sus apodos, en base a sus cualidades. De todo el grupo, destacaba una especie de Logia de chicas que participaban en todo y en todo querían hacerse notar. ¿Cómo olvidar a la tremenda Calabazota, a la inconfundible Golda Mala, a la mismísima Campamocha y a la única Tortillina?
La Calabazota ganó ese mote porque en una fiesta de Halloween llegó ataviada con senda botarga en forma de calabaza, de cualquier manera cuando se la quitó no hubo un gran cambio en su aspecto. La Golda Mala, no recuerdo porqué ganó ese apodo, pero mis amiguitas Karina y Mavi creo que fueron las que le pusieron ese sobrenombre y efectivamente le hacía honor, pues era gorda y además, antipática. La Campamocha, cómo se le suele llamar por estas áridas tierras a un insecto que asemeja una ramita de árbol, era una especie de darketa o intento de punkie, pero venida muy a menos. Era tan flaca que no hacía sombra (de ahí lo de "Campamocha" y tan ridícula que no podía pasar desapercibida. Hace poco supe que disque era diseñadora de modas, y si diseña porquerías cómo las que solía vestir, no le auguro mucho futuro en el mundo de la Haut Couture. Pero la mejor de todas era La Tortillina. Ella era digamos, la menos peor de las cuatro, aunque igualmente "pesadita". Una chica blanca, blanca, blanca, pero blanca en serio. Un día llegó vestida completamente de blanco, pensamos que se había ido en cueros, y se había depilado. Luego descubrimos que utilizaba un conjunto deportivo. Aquí en México, hay una marca de tortillas de harina de trigo denominada "Tía Rosa", que en lugar de venderlas cómo "Tortillas" les puso "Tortillinas". Son más blancas que cualquier tortilla de harina comercial y casera, por ello ese mote. La Tortillina, ahora hace comerciales de productos de México, bueno, dicen, dicen, yo no la he visto. Lo más curioso, es que en cualquier foto que ella apareciera, la pose era la misma y con su negrísima y larga cabellera, reposando suavemente sobre uno de sus hombros. Su aspecto es similar al de la siguiente foto:
La Tortillina
Estas chicas eran muy activas, y me parece que desde quinto semestre se pusieron a vender empanaditas para juntar dinero para la fiesta de graduación. Luego, se pusieron mandiles y guantes para cocinar en la cafetería de una exposición universitaria con el mismo fin. Y así, una serie de actividades mientras que nuestro grupo con su acostumbrada apatía, dejaba pasar el tiempo debatiendo si queríamos fiesta o viaje. Por fin llegó el noveno semestre, demasiado tarde para juntar dinero tanto para fiesta como para viaje, ellos, obviamente con sus esfuerzos lograron reunir el capital para su fiesta, con todo ya dispuesto y listo. Pero nosotros, teníamos un arma secreta que nos salvaría: Karina, una compañerita que no es precisamente la más hermosa ni la más escultural, pero que sabe sacar provecho a la perfección de sus atributos. Así, que ella fue la vocera de nuestro grupo ante nuestro futuro "padrino" o mejor dicho "mecenas" de graduación. Nuestro maestro, flamante director de un conocido periódico local, fue el pagano de nuestra desorganización y antipatía. El sin objeción, aceptó pagar toda nuestra pachanga que por cierto, estuvo muy chida. Mientras el otro grupo hacía el coraje de su vida.
Cómo olvidar esta maravillosa experiencia. Jeje! por cierto, dicen, dicen quienes asistieron a la fiesta del otro grupo, que estuvo re gacha, y que después de tanta unión y tanta fraternidad, acabaron todos agarrados del chongo por el dinero. ¡Que gacho! ¿no? Ahora, creo que la mayoría de ellos no se pueden ver ni en pintura, mientras que nosotros nos reunimos periódicamente y nos vemos con harto gusto. Un abrazo para todos ellos.
No, no es el Cártel de Juárez ni la Camorra Napolitana, tampoco una célula de Al Qaeda, es el grupo de graduandos de la carrera de Ciencias de la Información generación 1993-1997. Faltan algunos, pero no se pierden de nada.
6 comentarios:
La Karina le puso la Golda Mala por aquello de que se agarró con Cristina (no la culpo) cuando andábamos en campaña por la Sociedad de alumnos. Mala, mala la desgraciada. Y ahorita está ganando harta lana como burócrata de Fox. Mala, mala, la desdichada.
Ah! El Chencho. Todavía nos escribimos.
Por cierto, ayer vi en las ferias a nuestro padrino con sus dos niños. Me dio flojera saludarlo. Que fea no? después de que nomás firmó los cheques y nosotros pusimos los numeritos.
Y sobre los evadidos de la carrera.. hoy me estaba acordando de Stimpy (te acuerdas de ella?) Fefé me decía que no había mujer fea. Y yo le decía que sí.
Cuando una podia odiar/ignorar sin remordimiento alguno... tiempos aquellos.
Y las niñas de mi carrera siempre tan unidas, poco pretenciosas y nada apaticas. Habia de darles verguenza :P
Mi grupo era muy parecido al tuyo, sin el carisma y la belleza del sarcasmo.
geundi
Ps yo estaba con las gordas.
Ah, no ¿verdad? No tiene nada qué ver... Bueno, Alejandro y yo con espíritu chingativo con las pobres gordas que insistían en samparse dos montados de don moño o del diario... y querían bajar de peso.... ¡ja!
Que feíta eres Beba, mira que ni siquiera tener el gesto de saludar a aquel gentil hombre que tuvo a bien patrocinar nuestra desorganización. Nunca supe el motivo específico por el que se le puso así a la Golda Mala, pero son de esos casos tan obvios que no vale el esfuerzo preguntar el porqué. No recuerdo a Stimpy, dame más pistas.
Flaca, yo sí conozco a las Gordas de las que hablas. De hecho tuve broncas con una de ellas, y una de sus amigas que no es precisamente gorda sino chaparra, prieta y naca que usa shorts con zapatos de tacón. Dios las perdone, jejeje!
Guendi, si no me equivoco tú estuviste con el mismísimo ballet de Fey. Y si no estuviste con ellas, cuando menos estudiaban tu misma carrera.
Cuestion de tiempo de amigas y de recuerdos!
heheheh
Recuerdo su fiestecita de graduacion.. De ahi saque morro y una maldicion jajaja
Inolvidable el momento en el cual la familia de cierta "graduada con preferencias geriatricas" armo una fila de Conga en la pista de baile y se extendio hasta la alberca de club.. lamentablemente alguien les volvio a abrir las puertas de regreso.
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