Ahora resulta que en Chihuahua se presentan dos Festivales Culturales. Uno organizado por el Gobierno del Estado y otro por el Municipio. Cómo bien dijo la Beba había dos buenos eventos el mismo día, el concierto de Pablo Milanés y el de Fito Páez. Yo le sugería que mejor se aguantara y que se esperara a ver a Celso Piña. Salta la pregunta de si un cantante grupero es muy cultural, pues sí. Si el Alberto Espino respaldó la organización de una fiesta rave en la casa Siglo XIX, que digo no tiene nada de malo pero... ¡¿En la casa Siglo XIX?! y ¿vendiendo cerveza sin permiso municipal? chale, lo más inverosímil de todo es el pretexto que puso el malogrado funcionario "Es una manifestación de Cultura alternativa". ¿También la venta de cerveza y la entrada de menores son parte de la cultura alternativa? ¡Qué chida es la cultura!
Bueno, ya me desvie totalmente del tema. Pues mi buena amiguita no sabía a cuál ir, y al final se decidió por el cantautor argentino. Shame on poor Beba! el Fito tuvo a bien cancelar y lo sustituyó el mismísimo Emmanuel (ahora sí lo escribí bien). No hay bronca con el Emmanuel, y menos de a grapa. Pero creo que cuando menos hubieran conseguido a alguien que cantara rolas del mismo género. Me recordó las Semanas del Humanismo organizadas por mi Fuckultad dónde las conferencias más chidas eran canceladas y sustituídas por ponencias de los mismos maestros de la institución, que por cierto, no eran muchos. ¡Güeva! escuchar a los mismos rucos, con sus mismas teorías, y sus mismo traúmas. El resultado, nadie o muy pocos iban a las mentadas conferencias, para nosotros era semana de vacaciones, incluso alguna vez llegamos a organizar pachangas en la casa de una servidora que terminaron en buenas guarapetas. Así está el chou! Ya me daba miedo que cancelaran "Carmina Burana" y sustituírla por un concierto de Yoshio.
Locutora con futuro
Mi buena amiga Shelle tuvo el detalle de confundir la magnesia con la gimnasia o mejor dicho Metallica con Scorpions. Ya lo relató ella en su blog y dice que ya se le quedó la fama de "Locutora pendeja". Shelle, usté mejor junte una lana, póngase bubbies, un buen trasero. No hay un estigma lo suficientemente fuerte, que unas nalgotas y unas chichotas no puedan hacer olvidar. Tengo conocidas que han dicho peores barrabasadas y no una, ni dos, ni tres... TODA SU VIDA y con cuerpo han suplido la carencia de materia gris. El resultado, ahora ocupan buenos puestos. Despreocúpese, con una cuerpo postizo igual y al rato la vemos conduciendo el programa del Gober o el de Juan Blanco.
viernes, septiembre 30, 2005
martes, septiembre 20, 2005
De gentilicios e insultos
"Chihuahueños, los perros y los fuereños". No comprendo bien a la gente de esta capital. Ayer estaba leyendo en el periódico que en la fiesta popular que organiza Gobierno del Estado con motivo de la celebración del Grito de Independencia, se presentó el seudo-charro-sexy Pablo Montero y se comenta en la nota periodística que el fulano se refirió a la gente originaria de Chihuahua como "chihuahueños". Acto seguido, la multitud lanzó una sonora rechifla incluídos bonitos recordatorios familiares dirigidos especialmente a la progenitora del cantante. Al final de su presentación, relata el periódico, que el monito dijo en tono molesto "Pinches chihuahueños". ¡Chale! Ni los chilangos, cómo nos llaman en el resto del país a los originarios de la Ciudad de México, nos duele tanto que nos llamen de esa forma.
La verdad creo yo que el disque-bueno cantante vernáculo no lo hizo con el ánimo de insultar al público, simplemente su escasa cultura general le impidió referirse a la población de Chihuahua, con el gentilicio que le corresponde. Y cómo generalmente nos referimos a los originarios de determinada región utilizando las primeras letras del lugar y luego la terminación "eño", pues yo creo que se le hizo fácil decir "chihuahueño" en lugar de "chihuahuense". Al fulano se le olvidó que también existe la terminación "ense" a pesar de que durante un buen rato se anduvo morreando a una nativa de estas tierras, Aracely Arámbula.
Entiendo la molestia de los oriundos de Chihuahua capital al ver que un individuo ajeno a esta tierra, venga y les llame de otra manera, aún que sea por ignorancia. Lo que me resulta contradictorio es que parece no importarles que otros "chihuahuenses" se refieran a ellos cómo "chihuahuitas". Los habitantes de Ciudad Juárez, utilizan este término para definir al originario de la capital del estado. Los juarenses emplean el "chihuahuita" de manera despectiva, cómo si los capitalinos fueran más mediocres, más ignorantes e inferiores a ellos. Consideran que están más avanzados con respecto a sus paisanos de la cabecera del estado porque viven en un sitio donde no tiene dinero el que no trabaja y no trabaja el que no quiere, porque estar en la frontera con Estados Unidos les brinda una ventaja estratégica, porque su misma actividad económica les obliga a abrir sus comercios el domingo por la tarde, porque viven en una ciudad con una vida nocturna que se mueve tan rápido o más que la vida diurna, porque han llegado a una tierra en la que han podido lograr quizá un nivel de vida mejor que el que tenían en su lugar de origen. Sí; esos juarenses que tanto se burlan del estilo de vida de los chihuahuitas, se les olvida que muy probablemente llegan a la frontera provenientes de esta capital o de otras ciudades del estado, o incluso, del país. Dudo mucho que exista un buen porcentaje de ciudadanos que habiendo nacido en Juárez, tengan más de dos generaciones que hayan visto la luz en esa frontera. Entonces ¿qué critican? si ellos muy probablemente llegaron a esa ciudad en la misma situación que llega tanto chihuahuita a la frontera. A lo mejor, ellos mismos eran chihuahuitas y la buena suerte y la prosperidad económica les cambió su realidad de tal manera que ahora se burlan y menosprecian su propia esencia.
En lo particular me molesta más que se refieran a un originario de esta capital cómo chihuahuita que cómo chihuahueño. Desde mi punto de vista, el segundo término es producto de la ignorancia y el primero, de la soberbia y la arrogancia.
¿A poco no parece una obra de Andy Warhol? ¿Qué creen? ¿Que tengo tanto talento para poder hacer eso? Nel, me la fusilé de interné. Está chida ¿no? Viertan sus tomatazos y recordatorios familiares en la sección "Comentarios".
Atentamente,
Rana
Una chilanga que llegó a esta ciudad y se convirtió en chihuahueña, y que tiene tanto tiempo viviendo en ella que casi, casi es chihuahuita.
La verdad creo yo que el disque-bueno cantante vernáculo no lo hizo con el ánimo de insultar al público, simplemente su escasa cultura general le impidió referirse a la población de Chihuahua, con el gentilicio que le corresponde. Y cómo generalmente nos referimos a los originarios de determinada región utilizando las primeras letras del lugar y luego la terminación "eño", pues yo creo que se le hizo fácil decir "chihuahueño" en lugar de "chihuahuense". Al fulano se le olvidó que también existe la terminación "ense" a pesar de que durante un buen rato se anduvo morreando a una nativa de estas tierras, Aracely Arámbula.
Entiendo la molestia de los oriundos de Chihuahua capital al ver que un individuo ajeno a esta tierra, venga y les llame de otra manera, aún que sea por ignorancia. Lo que me resulta contradictorio es que parece no importarles que otros "chihuahuenses" se refieran a ellos cómo "chihuahuitas". Los habitantes de Ciudad Juárez, utilizan este término para definir al originario de la capital del estado. Los juarenses emplean el "chihuahuita" de manera despectiva, cómo si los capitalinos fueran más mediocres, más ignorantes e inferiores a ellos. Consideran que están más avanzados con respecto a sus paisanos de la cabecera del estado porque viven en un sitio donde no tiene dinero el que no trabaja y no trabaja el que no quiere, porque estar en la frontera con Estados Unidos les brinda una ventaja estratégica, porque su misma actividad económica les obliga a abrir sus comercios el domingo por la tarde, porque viven en una ciudad con una vida nocturna que se mueve tan rápido o más que la vida diurna, porque han llegado a una tierra en la que han podido lograr quizá un nivel de vida mejor que el que tenían en su lugar de origen. Sí; esos juarenses que tanto se burlan del estilo de vida de los chihuahuitas, se les olvida que muy probablemente llegan a la frontera provenientes de esta capital o de otras ciudades del estado, o incluso, del país. Dudo mucho que exista un buen porcentaje de ciudadanos que habiendo nacido en Juárez, tengan más de dos generaciones que hayan visto la luz en esa frontera. Entonces ¿qué critican? si ellos muy probablemente llegaron a esa ciudad en la misma situación que llega tanto chihuahuita a la frontera. A lo mejor, ellos mismos eran chihuahuitas y la buena suerte y la prosperidad económica les cambió su realidad de tal manera que ahora se burlan y menosprecian su propia esencia.
En lo particular me molesta más que se refieran a un originario de esta capital cómo chihuahuita que cómo chihuahueño. Desde mi punto de vista, el segundo término es producto de la ignorancia y el primero, de la soberbia y la arrogancia.
¿A poco no parece una obra de Andy Warhol? ¿Qué creen? ¿Que tengo tanto talento para poder hacer eso? Nel, me la fusilé de interné. Está chida ¿no? Viertan sus tomatazos y recordatorios familiares en la sección "Comentarios".
Atentamente,
Rana
Una chilanga que llegó a esta ciudad y se convirtió en chihuahueña, y que tiene tanto tiempo viviendo en ella que casi, casi es chihuahuita.
martes, septiembre 13, 2005
A dos años
¿Qué estaba haciendo a estas horas hace dos años? Estaba nerviosa, tenía una sensación extraña en el estómago, quería que ya dieran las 6:00 p.m. para que ya hubiera terminado la misa, o mejor dicho, deseaba que ya fueran las 2:00 p.m. del día siguiente para estar en Cancún. Hace dos años, emprendí una nueva aventura en mi vida, una de las más importantes. Comencé a recorrer un camino al lado del gran amor de mi vida. El 13 de septiembre del 2003 me casé.
Recuerdo que llegó el día, cómo llegan todas las fechas: el tiempo no perdona y a veces deseamos tanto que llegue un momento, que luego cuando volvemos la vista nos damos cuenta de que a lo mejor, nos parece que a veces los meses de preparación pasaron demasiado pronto.
Yo sé que para muchas mujeres pararse frente al espejo y verse vestidas de novia no es una meta, para mí era un sueño y cuando finalmente llegó el día me sentía extraña pero me gustaba la imagen que veía. Y llegado el momento de mirar a mi Pollo, casi me voy de espaldas de la emoción, no puedo explicar con palabras el vuelco que dió mi corazón al verlo esperándome para nuestra sesión fotográfica. Ese momento, también es uno de los recuerdos más paradójicos de mi vida, pues mi cuñadito Luis Alberto, a quién más que parte de mi familia política considero cómo mi hermanito menor, corrió al lado del auto nupcial para verme, me lanzaba besos mientras me decía que me veía hermosas. ¡Qué raro! yo no sabía ese instante que sería uno de los últimos momentos que lo vería con vida.
Después de la sesión de fotos me estuve en mi casa hasta que llegó la hora de irme a la iglesia. Raras veces los nervios hacen presa de mí, y ese día fue una de las raras ocasiones en que eso ocurrió. Al llegar a la iglesia, no distinguía quién se me acercaba, sólo recuerdo vagamente que mi hermano el mayor se acercó a abrirme la puerta del carro y me dijo que no llorara. Entré a la iglesia y vi a mucha gente, no distinguí los rostros, sólo el altar y al final del pasillo al Pollo esparándome. La misa transcurrió rápido, ya saben, los anillos, las arras, el lazo y el juramento de fidelidad y amor. Cuando el padre dijo "Los declaro marido y mujer" me quité un gran peso de encima. Otro aspecto que recuerdo con gran cariño es que mi abuelita paterna, quién había estado muy grave meses atrás me dió su bendición. Ella falleció 16 días después en México, D.F.
De ahí en adelante, me dediqué a disfrutar el resto de la celebración ¡Era mi día! Mis amigos, mi familia, todas las personas que yo quería estaban ahí conmigo. La fiesta estuvo perfecta y cuando ya todo terminó me preguntaba "Ahora ¿qué?". Mi ex-novio, ahora mi marido tuvo el detalle de entregar el carro nupcial a su dueña, cuando todos los amigos se fueron que me doy cuenta del hecho y le pregunto:
"¿Y el carro?"
"Se lo entregué a Blanca" (La dueña del vehículo)
¿Y en qué nos vamos a ir?"
El Pollo asustado, sale corriendo y encuentra a la última pareja de amigos que dejó el lugar y les pide un aventón. Ellos acceden a llevarnos en su auto compacto con todo y regalos, a casa de mi madre. ¡Jajajajaja! Para la posteridad.
¿Y la noche de bodas? No hubo tal, yo me fui a dormir al cuarto de mi hermano y el Pollo se quedó cantando con sus primos y mis hermanos hasta las 6:00 a.m., hora en que mi hermana nos fue a llevar a casa de mi suegra por la maleta para irnos al aeropuerto. Tomamos el avión y después de cuatro horas de viaje haciendo escala en México, D.F. llegamos a Cancún. Por desgracia nuestra llegada coincidió con la fecha de clausura de la Cumbre Mundial de Comercio. Retenes, pintas globalifóbicas, más retenes y después de dos horas, llegamos al hotel. Un shower, una jetita y a disfrutar de la luna de miel: paseos, pedas, paseos, pedas, más paseos y más pedas. Lo demás también, pero no lo voy a escribir aquí así que ni pregunten, tráguense su cochino morbo para otra ocasión. Al domingo siguiente, llegamos en la noche a Chihuas y ahora sí, a la realidad.
Yo no pensé que el juramento que hicimos en el altar lo tendría que hacer efectivo tan pronto. Ese lunes 22 por la tarde, nos enteramos que Luis Alberto, mi cuñadito ese de quién les hablé, falleció en un accidente automovilístico. Una experiencia muy dolorosa, y sobre todo, una prueba muy difícil para nuestro joven matrimonio que sin embargo, nos ayudó a madurar.
Así pues, han pasado dos años en dónde ha habido de todo, hasta una pequeña albóndiga que nos ha dado un nuevo motivo para vivir y le ha dado un nuevo sentido a nuestro proyecto en común. Sé que el Pollo va a leer este post, no sé si hoy o mañana, o cuándo, pero quiero darle las gracias por este tiempo a su lado: por ayudarme a ser mejor persona; por las risas y las lágrimas compartidas; por sus cuidados; por sus detalles; por las carcajadas que me ha arrancado con sus comentarios; por su protección; por su apoyo; por su amor; por nuestro "Chivigón", que es mucho más que la suma de nuestros genes; por enseñarme que una batalla no es la guerra y que no soy menos que nadie, aunque los demás se empeñen en hacerlo; por las discusiones que nos enseñan que no todo es perfecto y las reconciliaciones que son la cereza en el pastel; por sus caricias en la madrugada cuando cree que estoy tan dormida que no me doy cuenta; por complementar mi vida y dejarme complementar la suya; por ser el hombre de mi vida.
¡Gracias! ¡TE AMO!
¡Qué shulos! ¿verdá?
Nota Aclaratoria: Mi sarcasmo no se ha acabado, pero comprendan que aún personas cómo yo dentro de sí tienen buenos sentimientos cómo el amor maternal y el amor por mi pareja. Así que a pesar de que dos de mis últimos tres posts estén llenos de sentimiento, no crean que mis posts mordaces y bizarros se han terminado. Esa es una parte de mí que se niega a morir.
Recuerdo que llegó el día, cómo llegan todas las fechas: el tiempo no perdona y a veces deseamos tanto que llegue un momento, que luego cuando volvemos la vista nos damos cuenta de que a lo mejor, nos parece que a veces los meses de preparación pasaron demasiado pronto.
Yo sé que para muchas mujeres pararse frente al espejo y verse vestidas de novia no es una meta, para mí era un sueño y cuando finalmente llegó el día me sentía extraña pero me gustaba la imagen que veía. Y llegado el momento de mirar a mi Pollo, casi me voy de espaldas de la emoción, no puedo explicar con palabras el vuelco que dió mi corazón al verlo esperándome para nuestra sesión fotográfica. Ese momento, también es uno de los recuerdos más paradójicos de mi vida, pues mi cuñadito Luis Alberto, a quién más que parte de mi familia política considero cómo mi hermanito menor, corrió al lado del auto nupcial para verme, me lanzaba besos mientras me decía que me veía hermosas. ¡Qué raro! yo no sabía ese instante que sería uno de los últimos momentos que lo vería con vida.
Después de la sesión de fotos me estuve en mi casa hasta que llegó la hora de irme a la iglesia. Raras veces los nervios hacen presa de mí, y ese día fue una de las raras ocasiones en que eso ocurrió. Al llegar a la iglesia, no distinguía quién se me acercaba, sólo recuerdo vagamente que mi hermano el mayor se acercó a abrirme la puerta del carro y me dijo que no llorara. Entré a la iglesia y vi a mucha gente, no distinguí los rostros, sólo el altar y al final del pasillo al Pollo esparándome. La misa transcurrió rápido, ya saben, los anillos, las arras, el lazo y el juramento de fidelidad y amor. Cuando el padre dijo "Los declaro marido y mujer" me quité un gran peso de encima. Otro aspecto que recuerdo con gran cariño es que mi abuelita paterna, quién había estado muy grave meses atrás me dió su bendición. Ella falleció 16 días después en México, D.F.
De ahí en adelante, me dediqué a disfrutar el resto de la celebración ¡Era mi día! Mis amigos, mi familia, todas las personas que yo quería estaban ahí conmigo. La fiesta estuvo perfecta y cuando ya todo terminó me preguntaba "Ahora ¿qué?". Mi ex-novio, ahora mi marido tuvo el detalle de entregar el carro nupcial a su dueña, cuando todos los amigos se fueron que me doy cuenta del hecho y le pregunto:
"¿Y el carro?"
"Se lo entregué a Blanca" (La dueña del vehículo)
¿Y en qué nos vamos a ir?"
El Pollo asustado, sale corriendo y encuentra a la última pareja de amigos que dejó el lugar y les pide un aventón. Ellos acceden a llevarnos en su auto compacto con todo y regalos, a casa de mi madre. ¡Jajajajaja! Para la posteridad.
¿Y la noche de bodas? No hubo tal, yo me fui a dormir al cuarto de mi hermano y el Pollo se quedó cantando con sus primos y mis hermanos hasta las 6:00 a.m., hora en que mi hermana nos fue a llevar a casa de mi suegra por la maleta para irnos al aeropuerto. Tomamos el avión y después de cuatro horas de viaje haciendo escala en México, D.F. llegamos a Cancún. Por desgracia nuestra llegada coincidió con la fecha de clausura de la Cumbre Mundial de Comercio. Retenes, pintas globalifóbicas, más retenes y después de dos horas, llegamos al hotel. Un shower, una jetita y a disfrutar de la luna de miel: paseos, pedas, paseos, pedas, más paseos y más pedas. Lo demás también, pero no lo voy a escribir aquí así que ni pregunten, tráguense su cochino morbo para otra ocasión. Al domingo siguiente, llegamos en la noche a Chihuas y ahora sí, a la realidad.
Yo no pensé que el juramento que hicimos en el altar lo tendría que hacer efectivo tan pronto. Ese lunes 22 por la tarde, nos enteramos que Luis Alberto, mi cuñadito ese de quién les hablé, falleció en un accidente automovilístico. Una experiencia muy dolorosa, y sobre todo, una prueba muy difícil para nuestro joven matrimonio que sin embargo, nos ayudó a madurar.
Así pues, han pasado dos años en dónde ha habido de todo, hasta una pequeña albóndiga que nos ha dado un nuevo motivo para vivir y le ha dado un nuevo sentido a nuestro proyecto en común. Sé que el Pollo va a leer este post, no sé si hoy o mañana, o cuándo, pero quiero darle las gracias por este tiempo a su lado: por ayudarme a ser mejor persona; por las risas y las lágrimas compartidas; por sus cuidados; por sus detalles; por las carcajadas que me ha arrancado con sus comentarios; por su protección; por su apoyo; por su amor; por nuestro "Chivigón", que es mucho más que la suma de nuestros genes; por enseñarme que una batalla no es la guerra y que no soy menos que nadie, aunque los demás se empeñen en hacerlo; por las discusiones que nos enseñan que no todo es perfecto y las reconciliaciones que son la cereza en el pastel; por sus caricias en la madrugada cuando cree que estoy tan dormida que no me doy cuenta; por complementar mi vida y dejarme complementar la suya; por ser el hombre de mi vida.
¡Gracias! ¡TE AMO!
¡Qué shulos! ¿verdá?
Nota Aclaratoria: Mi sarcasmo no se ha acabado, pero comprendan que aún personas cómo yo dentro de sí tienen buenos sentimientos cómo el amor maternal y el amor por mi pareja. Así que a pesar de que dos de mis últimos tres posts estén llenos de sentimiento, no crean que mis posts mordaces y bizarros se han terminado. Esa es una parte de mí que se niega a morir.
viernes, septiembre 09, 2005
Clásicos domésticos
Mi aguda observación me hizo reflexionar sobre todo aquello que podemos encontrar en una casa mexicana promedio. Objetos y situaciones determinadas que se vuelven tan cotidianas que pasamos inadvertidas y se convierten en un hábito o parte del entorno doméstico.
He aquí una lista de cosas que he nombrado "Clásicos domésticos".
Intimidad colgada en el baño
La mayoría de las mujeres, y me incluyo, tenemos la costumbre malsana o buena usted elige, de lavar nuestra ropa interior en la regadera, específicamente, los calzones. En el mejor de los casos, una vez que se sale de la ducha se tienden en el patio, pero si la premura matinal o una mascota mal portada no lo permiten, se opta por el recurso de colgarlos en la jaladera del cancel, en el toallero, en el tubo de la cortina, en el lavabo, o la llave de la regadera. Hay quienes incluso, utilizan una habitación ajena al baño y utilizan cualquier mueble: Una silla, un ventilador o la cabecera de una cama, para dejar secando la mencionada prenda íntima.
Es un habito que las mujeres hemos adquirido de generación en generación, habrá que ver si tiene algún trasfondo antropológico o sociológico, e incluso, freudiano.
Toallas de reúso
Epoca de lluvias, abres la puerta de tu casa y encuentras que el agua se ha metido al sitio en dónde moras. ¿Cómo puedes eliminar la humedad? El trapeador resulta insuficiente, te cansas de enjuagar y exprimir. ¿Qué puede ser lo suficientemente absorbente para recoger toda el agua esparcida en el lugar? Tu mente se ilumina y recuerdas aquella toalla que compraste hace cinco años y que además de descolorida, se encuentra raída. No te quisiste deshacer de ella porque en tu subconsciente sabías que en algún momento, iba a resurgir su capacidad de uso ya que la utilidad primaria para la que fue concebida, está ya bastante mermada. Vas por la toalla, la pasas por el piso y en menos de lo que canta un gallo, acabas con toda la humedad. Y cómo la absorbencia de la toalla vieja está más que comprobada, decides ponerla en la puerta para que el agua no vuelva a entrar a tu casa. Ahora tiene el uso de tapete, jerga y guardapolvos. ¡Qué mágico! ¿no?
Memorias de una pachanga
Bodas, XV años, bautizos, graduaciones. En todas estas fiestas los organizadores se esmeran en colocar los centros de mesa más hermosos, y los recuerditos más monos, todo ello porque saben que las féminas tenemos la costumbre de acarrear con los adornos para posteriormente, ubicarlos en algún sitio de nuestra casa. Incluso, cuando llegamos al lugar del evento y admiramos los objetos decorativos, de inmediato pensamos en qué lugar pueden quedar mejor o qué parte de nuestro hogar necesita un poco de más adornos. Hay arreglos florales naturales o artificiales, canastos, envases de cristal o velas que pronto se transforman en parte del menage doméstico. Aquella que diga que nunca ha tenido un objeto de este tipo decorando su casa, que arroje la primera piedra.
Una olla que se niega a morir
Las amas de casa nos vamos volviendo un cúmulo de ideas y supersticiones con el paso del tiempo. Y al transcurrir las semanas, los meses y los años nos damos cuenta que nos convertimos en una copia al carbón de aquello que tanto nos molestaba de nuestras madres. Cuando estamos al frente de una casa, vamos tomando preferencia por algunos objetos propios del manejo doméstico: elegimos un determinado trapo para limpiar los muebles, nos gusta más utilizar una vajilla en específico, preferimos una clase de cubiertos para comer y agarramos una cacerola en especial para cocinar desde unos frijoles hastas una suculentas mignonetas en salsa de champiñones. Todo porque creemos que agarran mejor sabor y consistencia. Obviamente, la mentada cacerola va envejeciendo y el resto de los utensilios se empolva en la alacena mientras observa la carrilla que se le da a la olla en cuestión. Todo por servir se acaba y la cacerola llena de cochambre y con el esmalte o teflón desgastado pide que la jubilen e inteligentemente se tira al piso para que se le rompa una o ambas asas. ¡Ilusa de ella! aún así, el ama de casa sigue dándole la misma carrilla, pues aprovechando su precaria situación ahora opta por utilizarla para hervir el jabón zote con el que se lava la ropa blanca. Así que no les extrañe ver una olla vieja adornando la estufa de cualquier casa.
Tejido de alta resistencia
¿Quién dijo que la ropa vieja va a la basura o al bazar? Noooooo, en absoluto. La ciencia domestica ha demostrado después de años de investigación que los tejidos y las fibras de las telas de ropa vieja poseen propiedades únicas que las hacen aptas para la limpieza de la casa. En especial las camisetas "Fruit of the loom" del jefe de familia, los calzones de la misma marca de los niños pequeños o mejor aún, esas playeras en colores chillantes que ostentan la leyenda "Fueron a Mazatlán y nomás me trajeron esta Pinche playera" con la imagen de un marlín son las más aguantadoras, aún que a la primera lavada pierden el 60% del color y el 90% de su forma original. Así que no es extraño encontrarse en la alacena de artículos de limpieza de una casa, retazos de estas prendas con restos de polvo de los muebles, limpiador de vidrios o pinol. También son muy buenas para limpiar el fregadero después de que se ha terminado de lavar los trastes.
Además de rico, útil
Casa mexicana que no tenga este objeto en su haber, no puede llamarse casa. Un empresario visionario combinó tradición y consciencia ecológica en un sólo producto: el mole "Doña María". Un platillo típico de nuestra rica historia gastronómica se transforma en un utensilio de cocina indispensable. Y es que después de haber preparado esta suculenta comidita acompañada de un rico arroz y unas tortillitas de maíz calientitas, la madre mexicana tiene la consigna de poner a remojar el envase de mole en agua caliente durante toda la noche para que por arte de magia a la mañana siguiente, ese contenedor se convierta en un vaso. El creador de esta marca de mole visualizó mucho antes que cualquier otro empresario, la necesidad de preocuparse por el medio ambiente por ello, en lugar de poner el producto en un feo empaque de cartón o una nociva lata de aluminio, decidió colocarlo en un recipiente de cristal para que el ama de casa encontrara utilidad en el mismo, y no contaminara al desechar el empaque. Aunque mi teoría sea falsa, lo cierto es que en cualquier casa mexicana podremos encontrar cuando menos un ejemplar de este tipo. El agua de limón o el refresco no tiene el mismo sabor cuando se sirve en un vaso que no sea de mole. Seguramente, el éxito comercial de esta marca se debe en gran proporción al contenedor, pues desde que yo tengo uso de razón tiene la misma imagen. Recordemos que "La Costeña" en un principio lanzó su marca de mole en un vaso de vidrio muy simpático que parecía jaibolero, pero ni aún así pudo siquiera igualar al líder "Doña María" motivo por el que salió del mercado. Hay variantes de este clásico, cómo el vaso con la imagen de San Juditas Tadeo o la Virgen de Guadalupe característico de una veladora, pero sin lugar a dudas, el gran clásico del hogar mexicano es el vaso de mole "Doña María".
Un clásico con doble uso.
Por cierto, ayer escuché a La Shelle en el radio. Se oye bastante bien, muy naturalita no cómo esas locutoras que pretenden escucharse muy experimentadas y fingen y engolan la voz, y caen mal. Mi Shelle, para que vea que eso de trabajar en la hot line y las consejeras de la amistad al fin sirvió de algo, y le dió tablas para la locución.
He aquí una lista de cosas que he nombrado "Clásicos domésticos".
Intimidad colgada en el baño
La mayoría de las mujeres, y me incluyo, tenemos la costumbre malsana o buena usted elige, de lavar nuestra ropa interior en la regadera, específicamente, los calzones. En el mejor de los casos, una vez que se sale de la ducha se tienden en el patio, pero si la premura matinal o una mascota mal portada no lo permiten, se opta por el recurso de colgarlos en la jaladera del cancel, en el toallero, en el tubo de la cortina, en el lavabo, o la llave de la regadera. Hay quienes incluso, utilizan una habitación ajena al baño y utilizan cualquier mueble: Una silla, un ventilador o la cabecera de una cama, para dejar secando la mencionada prenda íntima.
Es un habito que las mujeres hemos adquirido de generación en generación, habrá que ver si tiene algún trasfondo antropológico o sociológico, e incluso, freudiano.
Toallas de reúso
Epoca de lluvias, abres la puerta de tu casa y encuentras que el agua se ha metido al sitio en dónde moras. ¿Cómo puedes eliminar la humedad? El trapeador resulta insuficiente, te cansas de enjuagar y exprimir. ¿Qué puede ser lo suficientemente absorbente para recoger toda el agua esparcida en el lugar? Tu mente se ilumina y recuerdas aquella toalla que compraste hace cinco años y que además de descolorida, se encuentra raída. No te quisiste deshacer de ella porque en tu subconsciente sabías que en algún momento, iba a resurgir su capacidad de uso ya que la utilidad primaria para la que fue concebida, está ya bastante mermada. Vas por la toalla, la pasas por el piso y en menos de lo que canta un gallo, acabas con toda la humedad. Y cómo la absorbencia de la toalla vieja está más que comprobada, decides ponerla en la puerta para que el agua no vuelva a entrar a tu casa. Ahora tiene el uso de tapete, jerga y guardapolvos. ¡Qué mágico! ¿no?
Memorias de una pachanga
Bodas, XV años, bautizos, graduaciones. En todas estas fiestas los organizadores se esmeran en colocar los centros de mesa más hermosos, y los recuerditos más monos, todo ello porque saben que las féminas tenemos la costumbre de acarrear con los adornos para posteriormente, ubicarlos en algún sitio de nuestra casa. Incluso, cuando llegamos al lugar del evento y admiramos los objetos decorativos, de inmediato pensamos en qué lugar pueden quedar mejor o qué parte de nuestro hogar necesita un poco de más adornos. Hay arreglos florales naturales o artificiales, canastos, envases de cristal o velas que pronto se transforman en parte del menage doméstico. Aquella que diga que nunca ha tenido un objeto de este tipo decorando su casa, que arroje la primera piedra.
Una olla que se niega a morir
Las amas de casa nos vamos volviendo un cúmulo de ideas y supersticiones con el paso del tiempo. Y al transcurrir las semanas, los meses y los años nos damos cuenta que nos convertimos en una copia al carbón de aquello que tanto nos molestaba de nuestras madres. Cuando estamos al frente de una casa, vamos tomando preferencia por algunos objetos propios del manejo doméstico: elegimos un determinado trapo para limpiar los muebles, nos gusta más utilizar una vajilla en específico, preferimos una clase de cubiertos para comer y agarramos una cacerola en especial para cocinar desde unos frijoles hastas una suculentas mignonetas en salsa de champiñones. Todo porque creemos que agarran mejor sabor y consistencia. Obviamente, la mentada cacerola va envejeciendo y el resto de los utensilios se empolva en la alacena mientras observa la carrilla que se le da a la olla en cuestión. Todo por servir se acaba y la cacerola llena de cochambre y con el esmalte o teflón desgastado pide que la jubilen e inteligentemente se tira al piso para que se le rompa una o ambas asas. ¡Ilusa de ella! aún así, el ama de casa sigue dándole la misma carrilla, pues aprovechando su precaria situación ahora opta por utilizarla para hervir el jabón zote con el que se lava la ropa blanca. Así que no les extrañe ver una olla vieja adornando la estufa de cualquier casa.
Tejido de alta resistencia
¿Quién dijo que la ropa vieja va a la basura o al bazar? Noooooo, en absoluto. La ciencia domestica ha demostrado después de años de investigación que los tejidos y las fibras de las telas de ropa vieja poseen propiedades únicas que las hacen aptas para la limpieza de la casa. En especial las camisetas "Fruit of the loom" del jefe de familia, los calzones de la misma marca de los niños pequeños o mejor aún, esas playeras en colores chillantes que ostentan la leyenda "Fueron a Mazatlán y nomás me trajeron esta Pinche playera" con la imagen de un marlín son las más aguantadoras, aún que a la primera lavada pierden el 60% del color y el 90% de su forma original. Así que no es extraño encontrarse en la alacena de artículos de limpieza de una casa, retazos de estas prendas con restos de polvo de los muebles, limpiador de vidrios o pinol. También son muy buenas para limpiar el fregadero después de que se ha terminado de lavar los trastes.
Además de rico, útil
Casa mexicana que no tenga este objeto en su haber, no puede llamarse casa. Un empresario visionario combinó tradición y consciencia ecológica en un sólo producto: el mole "Doña María". Un platillo típico de nuestra rica historia gastronómica se transforma en un utensilio de cocina indispensable. Y es que después de haber preparado esta suculenta comidita acompañada de un rico arroz y unas tortillitas de maíz calientitas, la madre mexicana tiene la consigna de poner a remojar el envase de mole en agua caliente durante toda la noche para que por arte de magia a la mañana siguiente, ese contenedor se convierta en un vaso. El creador de esta marca de mole visualizó mucho antes que cualquier otro empresario, la necesidad de preocuparse por el medio ambiente por ello, en lugar de poner el producto en un feo empaque de cartón o una nociva lata de aluminio, decidió colocarlo en un recipiente de cristal para que el ama de casa encontrara utilidad en el mismo, y no contaminara al desechar el empaque. Aunque mi teoría sea falsa, lo cierto es que en cualquier casa mexicana podremos encontrar cuando menos un ejemplar de este tipo. El agua de limón o el refresco no tiene el mismo sabor cuando se sirve en un vaso que no sea de mole. Seguramente, el éxito comercial de esta marca se debe en gran proporción al contenedor, pues desde que yo tengo uso de razón tiene la misma imagen. Recordemos que "La Costeña" en un principio lanzó su marca de mole en un vaso de vidrio muy simpático que parecía jaibolero, pero ni aún así pudo siquiera igualar al líder "Doña María" motivo por el que salió del mercado. Hay variantes de este clásico, cómo el vaso con la imagen de San Juditas Tadeo o la Virgen de Guadalupe característico de una veladora, pero sin lugar a dudas, el gran clásico del hogar mexicano es el vaso de mole "Doña María".
Un clásico con doble uso.
Por cierto, ayer escuché a La Shelle en el radio. Se oye bastante bien, muy naturalita no cómo esas locutoras que pretenden escucharse muy experimentadas y fingen y engolan la voz, y caen mal. Mi Shelle, para que vea que eso de trabajar en la hot line y las consejeras de la amistad al fin sirvió de algo, y le dió tablas para la locución.
lunes, septiembre 05, 2005
Waca Waca!!!
Es que veo el post anterior y me da risa ver eso de "Ana Luisa". Y me da más risa pensar que el galeno se equivocó con tremendos atributos masculinos de mi crio. Por cierto, se llama Jesús Manuel. Y qué he de decir yo de mi vástago, lo que decimos todas las mamás: que está precioso, grandote y que es muy inteligente. Pero lo único que no dejo de agradecerle a Dios es que me la haya dado salud física y mental, lo demás está de sobra.
Lo cierto es que me cambió la vida. Yo sé que suena trillado pero es cierto. En un principio me costó un poco de trabajo adaptarme pues siempre he sido una mujer muy independiente y de alguna manera, sabemos que los hijos "amarran" en el mejor sentido de la palabra. Ahora todo depende de las necesidades de él y Pollo y yo tenemos que apegarnos a ellas.
Sin embargo, ahora no concibo la vida sin mi pequeña bolita gorda. Verlo crecer literalmente de un día para otro, ver cómo cambia y darme cuenta de sus progresos son cosas que llenan mi existencia. Hay veces que todavía no me la creo cuando lo veo pataleando en la cama o cuando me regala una amplia sonrisa. Debo admitir que a veces extraño mi "pancita", pero cuando veo en la madrugada la serenidad de su rostro plácidamente dormido o la chispa de su mirada en la oscuridad mientras lo alimento, creo que todo lo que quedó atrás se me olvida.
Les dejo una breve memoria fotográfica de mi chachorro así podrán constatar que no tiene pico, plumas o ancas. Espero les guste, y si no les gusta, I don't care, para mí es el bebo más hermoso del mundo.
Si yu!
Esta es la primerita de sus fotos. Recién salidito del horno en el hospital.
Esta es al mes de nacido.
Esta es del día que cumplió dos meses en agosto pasado.
Esta es la más reciente, tomada el viernes 2 de septiembre.
Lo cierto es que me cambió la vida. Yo sé que suena trillado pero es cierto. En un principio me costó un poco de trabajo adaptarme pues siempre he sido una mujer muy independiente y de alguna manera, sabemos que los hijos "amarran" en el mejor sentido de la palabra. Ahora todo depende de las necesidades de él y Pollo y yo tenemos que apegarnos a ellas.
Sin embargo, ahora no concibo la vida sin mi pequeña bolita gorda. Verlo crecer literalmente de un día para otro, ver cómo cambia y darme cuenta de sus progresos son cosas que llenan mi existencia. Hay veces que todavía no me la creo cuando lo veo pataleando en la cama o cuando me regala una amplia sonrisa. Debo admitir que a veces extraño mi "pancita", pero cuando veo en la madrugada la serenidad de su rostro plácidamente dormido o la chispa de su mirada en la oscuridad mientras lo alimento, creo que todo lo que quedó atrás se me olvida.
Les dejo una breve memoria fotográfica de mi chachorro así podrán constatar que no tiene pico, plumas o ancas. Espero les guste, y si no les gusta, I don't care, para mí es el bebo más hermoso del mundo.
Si yu!
Esta es la primerita de sus fotos. Recién salidito del horno en el hospital.
Esta es al mes de nacido.
Esta es del día que cumplió dos meses en agosto pasado.
Esta es la más reciente, tomada el viernes 2 de septiembre.
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