Sabemos que hay una gran cantidad de libros y cursos que tienen la finalidad de crear aprendizaje con respecto a valores y superación personal. Yo no soy muy afecta a esa clase de cursos y literatura, aunque por razones de trabajo me han enviado a dos o tres seminarios de este tipo.
Pienso que las verdaderas lecciones de vida, esas que te quedan bien grabadas y te sacuden el interior vienen de las circunstancias y de las personas que menos esperas.
Diego es un nene de apenas dos años y me dió una gran lección sin decirme algo. Lo conocí en el bautizo de la hija del Pirdo, un buen amigo del Pollo (no me pregunten por qué conozco a todos los amigos del Pollo sólo por su mote). Justo cuando llegamos a la fiesta, iba llegando otro de sus amigos "El Tortas" a quien no vemos con mucha frecuencia y quién es el padre del pequeño Diego.
Nos sentamos en la misma mesa y me pareció extraño que Diego a sus dos años, utilizara lentes oscuros y carreola. Erika, la mamá del nene le quitó los lentes y pude advertir que Diego mantenía sus ojos cerrados. No quise hacer muy notorio mi asombro, aunque creo que sus padres ya están acostumbrados a ese tipo de reacciones. Le hice muchos cariños, porque en realidad me nació y porque la delicadeza del pequeño me dio una inmensa ternura. De repente se le movía el biberón de su sitio y con su boquita buscaba el chupón, entonces yo colocaba nuevamente el biberón en su boca para que él puediera seguir disfrutando de su jugo de durazno.
En la plática que solemos entablar todas las mamás, le pregunté a Erika si el niño iba a guardería. Ella me respondió con total naturalidad "No. Me lo cuida mi mamá y una señora que me ayuda desde hace mucho tiempo. Es un niño especial así que no me lo reciben en cualquier guardería, además de que a mí se me hace difícil dejarlo en una estancia." Fue entonces que le pregunté sobre lo que tenía. Erika me platicó que Diego nació con Hipotonia, un padecimiento que no es más que bajo tono muscular y que el origen del mismo, es difícil de determinar porque puede ser un síndrome genético o metabólico y por ello, a dos años del nacimiento aún no saben lo que padece. Además, nació con cataratas en ambos ojos, y aunque lo operaron a los tres meses, es débil visual. "Sabemos que ve" agregó Erika "pero desconocemos la agudeza, eso lo sabremos hasta que pueda hablar".
Me platicó que el primer año de vida de Diego fue sumamente difícil. "Cuando nació, el Doctor me dijo que era preferible que me lo llevara a casa y que lo bautizara ya que no había esperanza, que si mucho viviría quince días. Luego, Doctor tras Doctor, análisis cada quince días hasta que dijimos "ya" y buscamos otra opinión. Comenzamos terapia física y de lenguaje con una sicoterapeuta, y también en el Centro para Invidentes y gracias a Dios, ahí la lleva". Continuó: "cuando le salieron sus dientitos traía la encía inflamada, parecía un globo a causa de la hipotonia, y le dolía mucho. El Doctor le tuvo que abrir la encía para que le pudieran salir los dientes y calmarle el dolor".
Asimismo, me dijo que estuvo enfermo de bronquiolitis (¡ay! yo se de eso, qué angustia) y duró un mes con las nebulizaciones. La semana anterior al bautizo, fueron de día de campo junto con sus otros dos hijos, y que Diego moría por entrar a la alberca. Ella se decidió a meterlo y por fortuna, no se enfermó.
Antes de terminar de hablar el tema, me dijo "Diego es un niño bien valiente, ha luchado mucho y gracias a Dios, ha avanzado enormemente. Ya gatea y comienza a hablar y dice el Doctor que no está tan desfazado de su edad real con respecto a las habilidades y capacidades que tiene actualmente. Me han ayudado mucho en el Centro para Invidentes, aunque la terapeuta cerró su consultorio y ando buscando a alguien más para continuar con su terapia física y de lenguaje".
No pude hablar, me dejó muda la valentía y la fortaleza de Diego y de sus padres. Es cierto que uno ama a sus hijos y que está dispuesto a dar la vida por ellos, pero esta es la manifestación más grande que he podido ver del amor de padres.
Luego de esto, Diego se quedó plácidamente dormido en su carreola disfrutando del cálido viento del crepúsculo arrulado por el suave murmullo de los árboles. La paz iluminaba su delicado rostro y sus pequeños piececitos reposaban sobre el asiento.
Cuando dejamos la fiesta no pude contener el llanto ante esta magnífica y sorprendente lección de vida. Pollo también estaba conmovido por la ternura de Diego y ambos coincidimos en que debemos de agradecer a Dios por el don de la vida y por la salud, por que nuestro Chumel puede ver y puede desplazarse, porque es travieso y por su inquietud, porque su nacimiento estuvo marcado por la dicha y no por la angustia y el temor de perder a ese ser maravilloso.
Dios bendiga a Diego y a sus padres, y les siga dando el coraje y la fortaleza para seguir luchando. Estoy segura que este nene es especial, no porque se le dificulte ver o porque tenga un padecimiento que le impida desarrollarse como los demás. Es especial porque es un ángel que Dios nos envió, para dar testimonio de su grandeza.
Hablando de BautizosY para quienes no fueron al bautizo de Chumel por la distancia o porque no les dio la gana, aqui les dejo una foto de mi crio, para que vean lo hermoso que lucía con su trajecito.
Estuvo requetechido todo, hasta padrecito guapo nos tocó.
Aprovecho para enviar una disculpa pública a mi adorado Chumel, ya que con motivo de la justa mundialista del balompié, cambié el "guolpeiper" de la compu. Quité la foto del cachorro y puse una del Kikín Fonseca.

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