No puedo dejar pasar la oportunidad para dar muchas gracias a Dios. Gracias Señor, por que hoy, hace un año me diste la infinita dicha de ser madre y conocer a esa personita que amaba aún sin haberla visto.
Anteriormente, hablé de cómo los recuerdos se quedan grabados en nuestra memoria cómo una fotografía. Una de esas instantáneas más bellas que guardo en mi mente es el preciso instante en el que escuché su llanto por primera vez y luego, cuando me presentaron un rostro regordete que me cambió la vida.
¡Qué rápido pasa el tiempo! Me parece que fue ayer cuando toqué sus pequeñas manos y acaricié su suave mejilla. Cuando sentí su cálida respiración y puse su cuerpecito contra mi regazo. Cuando estaba sorprendida por la maravilla de la vida al poder cargar entre mis brazos a la manifestación más bella que el amor entre el Pollo y yo pudo dar. Cuando lo alimenté de mi seno. Y cuando pude admirar por primera vez, el gesto de alegría y satisfacción de Pollo.
Y después, sus movimientos, su primera sonrisa, sus vacunas, su llanto, su primera enfermedad, los desvelos por sus molestias y su fiebre, sus pataditas, su respiración; la primera noche que durmió de corrido y que al contrario de lo que se pudiera pensar, no dormimos bien por desconocer el motivo por el que no despierta, la primera vez que se sentó, la primera vez que se paró, su primera papilla, a Fany y Bananín sus juguetes favoritos, su rostro iluminado por la paz del sueño profundo, su concentración cuando juega solo en su cuna, sus ojos sorprendidos cuando observa algo nuevo, cuando se maravilla con sus manos, cuando juega con su sombra, sus rabietas, sus carcajadas, su alegría cuando ve llegar a papá, sus gritos, sus dos dientitos, sus pies gorditos chapoteando en la regadera.
Miles y miles de instantes, de cosas se han acumulado en este año. Y por todas y cada una de ellas le doy gracias a Dios, por darnos la oportunidad además, de cuidar y criar a ese angelito que nos encomendó. Espero haber cumplido cabalmente, este primer año. Y le pido al Señor que nos de la fuerza para luchar, la inteligencia para educar, el amor para criar, el trabajo para sustentarlo y su bendición para conducirlo por el buen camino. También le pido que nos de la oportunidad de morir antes que este y que los hijos que nos mande.
Se que Chumel es demasiado pequeño para entender con palabras, pero sabe que mi vida y la de su papá, están más llenas de dicha, valentía, y sobre todo amor desde aquel 16 de junio de 2005. Gracias Chumel por iluminar nuestra vida. ¡Te amamos!
2 comentarios:
MUCHAS FELICIDADES AL ALEBRIJITO! Les mando un besote y un abrazo.
Felicidades para los tres y que Dios los siga llenando de bendiciones.
Besos y abrazos
Publicar un comentario