Santa cachucha. Ayer el frío nos sorprendió a todos. Se nos congelaron las ideas y aunque yo no tengo un issue como el del baño de la Shelle, tengo un issue más grande en toda mi casa.
Ayer llegué a mi casita, que está chiquita, bonita y un poco descuidadita porque últimamente no me da la gana limpiar, estoy instalada en un profundo estado de fodonguez. Bueno, el caso es que llegué y al abrir la puerta salió un pingüino corriendo. Mi casa no estaba fría, estaba helada. Brrrrrrrr! y el Pollo me dijo que no estaba tan fría. Claro, el cabrón estaba echadote bien a gusto. Recurrí a la sabiduría ancestral de mi mamá, tomé una cacerola, la llené de agua y la puse a calentar en la estufa. Al poco rato ya estaba hirviendo y se medio calentó la casa. Luego me puse a preparar la comida para el Pollo para el día de hoy y también la cena. Preparé gelatina con parte del agua que había hervido. Me fui a la recámara y ahí cenamos, les juro que nos salía vaporcito de la boca, así como cuando en la primaria mientras estabas en la formación para entrar al salón jugabas a con tus compañeritos a que fumabas y expulsabas aire caliente que formaba vapor para simular el humo del cigarro, sin el consecuente daño pulmonar. Me meti a bañar, dije no estoy loca como para bañarme en la mañana. Terminé de bañarme, me sequé el cabello y me quedé jetona.
El Pollo me estuvo jalando las cobijas toooooooooda la noche, lo cuál me demuestra que su teoría de que el frío es sicológico, es una falacia.
Por lo pronto ya le exigí un calentón a mi Pollo, no estoy dispuesta a llegar a mi cuarto congelador otra vez.
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