viernes, enero 03, 2014

Parte de guerra.

Pues aquí nada más, reportando desde la "zona de desastre" en la que se ha convertido mi casa, específicamente, mi baño.  Mi viejo tuvo a bien llamar a los trabajadores precisamente un fin de semana antes de que los críos entraran a clases.  Por uso y costumbre autoproclamado, es el fin de semana que suelo echar weba, por aquello de un poco más de quince días no hubieran sido suficientes.

Pero ni modo, todo sea en pro de las mejoras en el hogar, aunque ello implique pasar unas jornadas llenas de ruido, polvo y mugre y que durante los próximos cinco días tenga que andar con escoba y trapeador en mano.  Quienes han pasado por esto de las remodelaciones saben lo complicado que es, aunque sólo se cambie 1 metro cuadrado de cerámica del piso, el desastre es mayúsculo y sólo se puede equiparar a una recreación a escala de la bomba de Hiroshima.

Estoy recluída en mi recámara, para dónde me mueva hay restos y escombros.  Me siento cómo... Erika Vexler... ¡cómo olvidarla!

Erika Vexler fue una corresponsal de Televisa en la zona de medio oriente en los años ochenta y parte de los noventa.  Era un personaje tan emblemático y tan relacionado con esa televisora, que no podías pensar en dicha casa productora sin dejar de pensar en Vexler.  A mí me parecía una mujer muy inteligente: trigueña, de cabellera abultada y con un gran par de anteojos.  Su timbre de voz y su hablar pausado eran inconfundibles y ella era referente induscutible de los corresponsales de guerra.

A ella le tocó enlazarse cuando los estadounidenses acostumbrados a meter las narices en todo aquello que huela a beneficio económico so pretexto de defender los derechos humanos y la libertad, lanzaron el primer ataque contra Iraq cuando Hussein invadió Kuwait en la primera mitad de la década de los noventa.  En esa época no había internet, mucho menos teléfonos inteligentes y redes sociales que nos permitieran conocer lo que sucede en otros sitios en tan sólo segundos.

Antes, el medio más rápido para acceder a la información era la televisión y aún así tardaba unos minutos.  Una de las pocas empresas que tenían las herramientas tecnológicas para poder cubrir en tiempo real una noticia de tal magnitud cómo una guerra, era Televisa y cómo su corresponsal en esa conflictiva zona, Erika Vexler se enlazaba vía satélite para reportar todo lo relacionado con los misiles, ataques y bombardeos.

Así pues, todos estábamos al pendiente de escuchar a la Vexler dándonos a conocer las novedades desde la zona de guerra.  Ante el temor latente de un ataque con armas químicas, frecuentemente se le escuchaba en los enlaces utilizando máscara antigases lo que hacía que su voz se escuchara más nasal su ya de por sí, particular timbre.  Recuerdo mucho que durante uno de los ataques más agresivos que se dieron de parte de los iraquíes sobre Tel-Aviv, capital de Israel, esta mujer se encontraba especialmente asustada y durante el reporte informativo se le ocurrió decir que los aliados lanzarían una ofensiva nuclear.  Cómo olvidar aquello de: "¡Nuclear Jacobo! ¡Nuclear!".

Luego de esto y ante la evidencia de que no hubo tal embestida, Televisa sin más ni más la sacó del aire, de la corresponsalía y la borró del mapa. Toda una brillante trayectoria periodística se fue al caño de "golpe y porrazo" por este terrible lapsus.  Hoy, mientras buscaba información sobre ella me di cuenta de que ya hace casi tres años que falleció allá en Israel.

Cuando recreaba en mi mente la imagen de Vexler reportando el "ataque nuclear", me la imaginaba debajo de alguna mesa vieja de madera en un cuarto abandonado de cierto edificio en ruinas de Tel-Aviv. Seguramente utilizaba su máscara antigases para evitar respirar el aire tóxico y presa del pánico, se resistía a abandonar su refugio.

Así me siento ahora, mientras el golpe del cincel sobre los muros que en esta casa suena a bombardeo, taladran las sienes de mi cabeza.  No se si son las hormonas, el estrés o la hipertensión que provocan este dolor que se agudiza con todo este desmadre que hay en mi morada en estos momentos.

Espero que ya para el próximo lunes, pueda salir del búnker en el que me encuentro atrincherada para comenzar con el recuento de los daños y poder emitir mi parte de guerra.

Reportándo desde el norte de la capital de Chihuahua... Ana María Sánchez para blogger.  (Siempre quise decir eso, jojojojo).

Creo que cuando acaben con el baño (a juzgar por los madrazos en la pared, lo de "acabar" es literal), así voy a salir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Primero la capital de Israel no es Tel Aviv, es Jerusalem:
Segundo, ante la pregunta de Jacobo, al enterarse que sobre Tel Aviv caian chohetes, de que cual seía la respuesta de Israel, Erika responde: según me informarios la respuesta será nuclear. Ante el atonito Jacobo, le reiteró lo que relato.!! Todos los extras, flores, etc, son parte del folklore!
Atentamente,
Roberto, Santiago de Chile.
PS. En esos años yo vivia en Los Angeles, California.